Desde sus inicios, Amsterdam ha sido siempre una ciudad cuya mentalidad se ha impregnado de tolerancia. Ha sido y sigue siendo un ejemplo de pensamiento abierto y liberal, y, también por ello, se ha convertido en ciudad de peregrinaje de viajeros que buscan placeres ilegales en otras partes del mundo. Hablamos ahora del consumo de drogas, sobre el cual hay que aclarar algunos aspectos que habitualmente suelen prestarse a confusión, creando una imagen inexacta de la ciudad. 

En Amsterdam no es legal el consumo de drogas. Aunque esta frase te resulte sorprendente, o no cuadre con lo que te han dicho por ahí, es bien cierta. En la ciudad, y en toda Holanda, está tolerado el consumo de las llamadas drogas blandas en recintos habilitados para ello. Ahí está el matiz: se TOLERA el consumo de ciertas drogas como el hachís y la marihuana, siempre que éste sea controlado y en pequeñas cantidades. 

Los famosos coffeeshops no son tiendas de café, como puede engañarte la traducción del inglés, sino establecimientos habilitados por las autoridades de la ciudad para vender drogas blandas y consumirlas allí mismo. 

Existen por toda la ciudad: desde cadenas históricas como el Bulldog, que se inauguró en 1975 y hoy reparte sus establecimientos en las calles más transitadas, o pequeños locales con decoraciones psicodélicas u otros más modernos y minimalistas. 

Para identificarlos, no tienes más que echar un vistazo a la puerta. Todos están señalizados con una etiqueta especial donde consta la licencia. 

Estos locales, además, tienen que cumplir estrictamente una serie de requisitos: no pueden vender drogas duras, ni vender a menores de 18 años, ni más de 5 gramos por persona, ni alcohol y tampoco pueden poseer en el mismo local más de 500 gramos de hierba en existencias. 

Son graciosos, además, los llamativos reclamos de las puertas para dejar claro al visitante dónde está entrando. Como la publicidad de venta de drogas está prohibida, los coffeeshops se las ingenian colgando carteles en sus puertas y ventanales. La creatividad, en muchas ocasiones, luce por su ausencia, ya que se limita a diseños anticuados de rastafaris fumando, hojas de marihuana u homenajes a la cultura reggae.

Es curioso pasearse por el barrio rojo, o por Harlemmerdijk, al norte de Jordaan, donde puedes encontrar muchos y variados coffeeshops. 

Desde los ventanales, y entre una nube de humo, distingues a grupos muy variados de personas, entre los cuales siempre destacan los turistas, que se toman la visita al coffeeshop como una actividad más. Hay locales para todos los gustos, con música electrónica o clássicos del rock, en algunos hay juegos en las mesas, y en otros sirven unos deliciosos jugos de frutas o batidos de chocolate. Te sorprenderá cuando te enseñen la carta, y en ella aparezcan decenas de tipos de hachís y marihuana, cigarrillos liados o hierba en bolsitas, es toda una experiencia. 

Puede que veas otro tipo de establecimientos con una decoración similar a la de los coffeshops, escaparates mostrando pipas de fumar y catálogos de “magic mushrooms”. Se trata de las smartshops, en las que se venden hierbas alucinógenas y hongos psicotrópicos. Su venta legal tiene las mismas condiciones que en los coffeeshops.

Para bien o para mal, los cofeeshops y los smartshops centran el interés de muchos turistas que llegan a Amsterdam buscando nuevas experiencias. Pero recuerda que si se consume, hay que ser prudente y consecuente, y siempre hacerlo según las normas establecidas, en el interior de los locales y en pequeñas cantidades. 

Si tú prefieres más un café convencional y un buen pedazo de tarta a un cigarrillo de hachís, ya sabes, todo es cuestión de gusto. Y en el café no hay normas, puedes echar tanto azúcar como quieras.