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Amsterdam, cuyo significado se traduce como “Dique sobre el río Amstel” es la capital oficial de los Países Bajos, aunque no está sola en esta ardua tarea. La ciudad holandesa de La Haya es, la principal ciudad del país en lo referente a la política y la ley, ya que alberga la sede del gobierno, la sede de la justicia y el parlamento holandés.
Amsterdam tiene una forma de ser y de pensar producto de los cambios históricos sucedidos en su país, de su puerto abierto al mundo o de las diferentes religiones que se han sucedido. Por todo ello, es necesario dar un repaso a la historia. Comprenderla es comprender la ciudad.
La creación de Amsterdam estuvo en manos, según la leyenda, de dos pescadores frisones que llegaron a estas tierras después de haber naufragado en la confluencia de los ríos IJ y Amstel. Eran los inicios del siglo XIII y ellos eran los pioneros de la villa.
La fecha oficial de la fundación de la ciudad fue el día 27 de octubre del año 1275, momento en que es mencionada oficialmente en un documento. 25 años más tarde, en 1300, la villa recibía su carta de autonomía. Ya era, oficialmente, la ciudad de Amsterdam.
En pocos años, a inicios del siglo XIV, la ciudad empezaba a florecer como gran centro comercial, sobre todo por las relaciones que estableció con otras ciudades holandesas y alemanas.
Además, en 1345, un milagro eucarístico ocurrió cerca de Kalverstraat, en la ciudad: se recuperó una hostia intacta del brasero. Desde entonces, Amsterdam se convirtió en un centro de peregrinaje. Actualmente, de hecho, una procesión silenciosa recuerda periódicamente el episodio.
Durante el siglo XV, en 1421 y 1452, dos grandes incendios marcaron el proceso de crecimiento de la ciudad, ya que devastaron edificios civiles y religiosos sin piedad.
Fue también en el siglo XV cuando se añadió la corona imperial al escudo de la ciudad, que hasta el momento contaba solamente con las tres cruces de San Andrés. La corona en el escudo fue un regalo del emperador Maximiliano I de Habsburgo, quien estaba agradecido a la ciudad por los préstamos y privilegios que le había concedido.
La dominación española fue la protagonista en el siglo XVI, primero con Carlos V, que reprimió el movimiento anabaptista, de origen alemán, que no aceptaba la validez del bautismo en niños.
En Holanda eran cada vez más los que profesaban la fe protestante, y las peticiones de servicios religiosos públicos de este tipo eran continuadas. Margarita de Parma, regente de los Países Bajos Españoles aguantó el tirón. Calvinistas protestantes protagonizaron una rebelión que desencadenó en una ola de iconoclasia por todos los Países Bajos, cuyas iglesias se vieron afectadas, perdiendo gran parte de su lujo y su ornamentación.
La rebelión de los holandeses contra los españoles, a partir de 1568, culminó en una guerra que duró 80 años. Varias provincias participaron de esta revuelta, pero Amsterdam se mantuvo neutral hasta 1578, momento en que se unió al príncipe alemán Guillermo de Orange en el bando de los protestantes.
Los católicos fueron expulsados y sus instituciones desmanteladas. Se creó entonces la unión de las Siete Provincias, que dejaron de reconocer como rey a Felipe II y se constituyeron como república. El territorio ganó fama por su tolerancia, y a Amsterdam acudió un gran número de inmigrantes, ricos mercaderes de Amberes y judíos de Portugal, que huían de las persecuciones.
El siglo XVII inicia una era de riqueza, un auténtico Siglo de Oro para Amsterdam, que se convirtió en una de las ciudades más ricas del mundo. Los navíos partían desde allí hacia las Indias, Japón, Ceilán, Indonesia, etc., creando una red comercial mundial. En aquel momento, la capital era el principal puerto comercial de Europa y el centro financiero más grande del mundo.
Como muestra de la prosperidad, sólo hay que ver cómo aumentó la población en esta época, pasando de los 105000 habitantes de 1622 a los 20000 de 1675.
En los siglos XVIII e inicios del XIX, la República de Holanda entró en guerra con el Reino Unido y Francia, y acusó un claro debilitamiento.
En la paz de Breda, firmada en una de las guerras entre las Siete Provincias y el Reino Unido, los holandeses perdieron gran parte de sus colonias. En las Guerras Napoleónicas, los franceses arrebataron las fortunas a Amsterdam e impusieron su dominio sobre los Países Bajos.
Después del levantamiento y triunfo contra los franceses, se estableció definitivamente el Reino de los Países Bajos en el año 1815.
A finales del siglo XIX, Amsterdam entra en su segundo Siglo de Oro: se construyen museos, una estación de tren y un teatro musical. Llegó también la Revolución Industrial a la ciudad y, aunque al principio la adaptación fue costosa, en seguida empezó a mejorar la economía y aumentó de nuevo la población. Canales nuevos, vías marítimas y nuevos barrios residenciales se construyeron también antes de la Primera Guerra Mundial.
En la época contemporánea, Amsterdam sufrió la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. La persecución de los judíos y de los holandeses que los protegían fue demoledora, y más de cien mil personas fueron deportadas a campos de concentración. El caso de Anna Frank se hizo famoso, gracias a su diario.
En 1945, unos Países Bajos devastados fueron liberados por los aliados, y durante los 50, se recuperó la prosperidad.
Diversas revoluciones fueron protagonistas durante los 60 y 70, como es el caso de los provos, el primer grupo radical antisistema holandés, que se manifestó en contra de la princesa Beatriz.
Por entonces, la política liberal en torno al tema de la droga convirtió a Amsterdam en un reclamo hippy y progresista, que se mantuvo en los 80 con la expansión del controvertido movimiento ocupa, que dio mucho de qué hablar.
Hoy, paseando por Amsterdam se respira todavía el pasado esplendoroso de la ciudad en sus callejuelas, sus majestuosas plazas, sus parques y sus palacios. Sin embargo, la ciudad no vive del pasado o de lo pintoresco del aspecto de sus casitas de muñecas, y sus patios adoquinados.
Actualmente, es una de las grandes capitales europeas, un centro financiero y cultural a nivel internacional y un claro modelo de tolerancia y modernidad en sus leyes y su sociedad.
Begijnhof (14)
El Barrio Rojo (8)
Hortus Botanicus (43)
Magna Plaza - Antigua Oficina Central de Correos (46)
Plaza de Spui y el Mercado de Libros (16)
Rembrandtplein (27)
Tuschinski Theater (50)
Bloemenmarkt - Mercado de las Flores (23)
El encanto del barrio de Jordaan (37)
Leidseplein (45)
Mercado de Albert Cuypstraat (41)
Portuguese Synagogue (18)
Sint Nicolaaskerk - Iglesia de San Nicolás (48)
Vondelpark (33)