Como en la mayoría de ciudades, en Amsterdam existe un punto para todos los que entran y salen de la ciudad. Éste es aquí la estación de Amsterdam Centraal. 

Desde ella, puedes tomar el metro, los trenes que te llevan dentro y fuera del país, autobuses, tranvías e incluso el ferry que cruza al otro lado del río IJ. 

La estación es uno de los centros neurálgicos de la ciudad, y no puedes pararte un solo minuto en sus pasillos sin ser preguntado, arrollado, saludado o confundido con un conocido. Son tantas las personas que pisan los andenes y pasillos de la estación que, al llegar, uno tiene la sensación de que se encuentra en una urbe gigantesca, y no en la apacible y pequeña capital holandesa. Y cuando decimos tantas, nos referimos a unas ciento cincuenta mil personas al día, según los datos oficiales. 

A parte de su valía práctica, el edificio de la Estación Central tiene mucha historia, y por su diseño arquitectónico y su entorno, vale la pena echarle un vistazo con detalle. 

El edificio de Amsterdam Centraal fue diseñado en 1882 por el arquitecto Pierre Cuypers, también autor del célebre Rijksmuseum de la ciudad, con el que la estación mantiene notable similitud estilística. Después de siete años de construcción, fue inaugurado en 1889.

El edificio es de dimensiones impresionantes. Y si no, sorpréndete con los 300 metros de longitud de su fachada. Tales dimensiones las alcanza con una nave central, con dos torres cuadradas, y flanqueada por dos alas. Cuypers acabó la estación en un estilo muy propio, el renacentista holandés, y lo remató con algunos añadidos góticos y una gran bóveda de acero.

El edificio se alza sobre tres grandes islas artificiales y casi 8700 postes de madera, que se hunden en el agua arenosa de los alrededores. 

Si te suena aquello de que cuando hay obras todo el mundo discute, la construcción de la Estación Central, y más con sus dimensiones, no iba a ser menos. 

Cuando se encargó el proyecto, se levantó una gran controversia sobre dónde debía ubicarse la estación, y todavía hoy hay detractores del lugar donde finalmente se dispuso, en el norte de la ciudad. 

Una de las propuestas que se hizo en el momento fue la ubicación cercana al Leidseplein, y se enfrentaba a los partidarios de crear una línea que bordeara el sur de la ciudad, por entonces en plena construcción. 

Había un tercer grupo, partidario de situar la estación en el río IJ, pero el consejo municipal se manifestó unánimemente en contra de este emplazamiento. Por extraño que parezca, el ingeniero de Estado, partidario de la estación en el IJ, consiguió que el gobierno presionara a su favor y se impuso con su propuesta. 

La decisión de emplazar la estación en el IJ fue muy controvertida, y muchos expertos tildaron el plan de catastrófico, ya que convertía a Amsterdam en una ciudad de interior para todos sus propósitos, interceptando su propia línea de costa. 

No obstante, el efecto conseguido, con la estación mirando hacia el Damrak, es de una ciudad centrífuga, que se mira a si misma.  

Por esta razón, cuando llegas a Amsterdam y sales de su Estación Central, tienes la sensación de estar mirando a la cara a la propia ciudad, que te da la bienvenida con los brazos abiertos.