Cuando estés paseando por el corazón de Amsterdam, admirando las fachadas de sus casas de ladrillo, sus calles llenas de historia, sus iglesias tradicionales, etc. y te encuentres ante este edificio, no podrás creer lo que está ante tus ojos. 

No se trata de un restaurante chino, ni de una atracción de un parque temático. Es el templo budista He Hwa, perteneciente a la orden taiwanesa Fo Guang She. 

Su nombre, He Hwa, significa flor de loto, y en China es considerada una planta sagrada. La historia del templo se remonta pocos años atrás cuando, en 1994, un grupo de empresarios chinos afincados en la capital holandesa solicitaron permiso al consejo municipal para construir un templo budista. 

La inauguración oficial tuvo lugar en el año 2000 y con todos honores, puesto que contó con la presencia de la reina Beatriz de Holanda, una ferviente defensora del budismo. 

Se trata del mayor templo budista de Europa, y está construido con el estilo tradicional Chino. Los azulejos del tejado, así como la mayoría de ornamentos, fueron traído especialmente desde China. Los escalones azules llevan hasta el cuarto de rezo, una colorida capilla en la que, si eres devoto del budismo, podrás encender un bastoncillo de incienso o hacer una ofrenda a Buda. 

El emplazamiento del Templo He Hwa, sobre el Zeedijk, no es casual. Esta zona es conocida como el barrio chino de Amsterdam, ya que en él se ha ido instalando esta comunidad. Las calles, que en siglo XVII formaban una respetable zona residencial de mercaderes, están ahora repletas de restaurantes, tiendas y supermercados chinos. Pese a ello, el esplendor de los tiempos pasados sigue visible en algunas de las casas restauradas que te encontrarás en el camino. 

Pese a ser bautizada como barrio chino, la zona ha acogido a diversas comunidades orientales. Tailandeses, indonesios o malayos poseen también sus propios salones de belleza y mercados. 

Turistas y locales se agolpan en las puertas de los restaurantes, buscando un buen plato de Pad Thai o una sopa caliente. Merece la pena el paseo por estas callejuelas recientemente restauradas, ya que la atmósfera que se respira es atractiva y el paseo puede resultar sorprendente y entretenido.