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Los enamorados, los fotógrafos y los amantes de la tranquilidad son habituales visitantes de este encantador puente de madera pintado de blanco.
Situado en el río Amstel, que dio el nombre a Amsterdam, el Magere Brug es el puente más célebre de la ciudad, y recibe también el nombre de Puente Delgado.
El Magere Brug fue construido en 1672. Igual, cuando lo veas, te preguntarás qué encaja con su definición de “Puente Delgado”, porque la verdad es que estrecho, delgado, enclenque o cualquier otro sinónimo similar tiene bien poco con este puente. Esto es porque en 1871 se le practicaron unas reformas para ampliarlo. Con anterioridad a esta fecha, el puente era tan estrecho que dos personas apenas podían cruzarlo. Hoy se le sigue llamando el “Puente Delgado”, y es que ya se sabe lo difícil que es sacarse un mote de encima.
El Magere Brug cuenta también con otra versión para explicar su nombre. Y es que Mager, además de significar “delgado” en neerlandés, era el apellido de dos hermanas millonarias que vivían en las distintas orillas del río Amstel. Según esta versión, las hermanas mandaron construir el puente para poder visitarse más fácilmente. Y es que si la fe mueve montañas, en este caso, el dinero levantó puentes.
La ampliación del puente en 1871 hay que contemplarla en un contexto de renovación del barrio. Pocos años antes, hacia 1863, el doctor Samuel Sarphati inició todo un proyecto para sacar a esta zona del sopor económico y arquitectónico. A Sarphati se le bautizó, por esta iniciativa, como “el fundador del nuevo Amsterdam”.
Pero la del siglo XIX no fue la única ni la última reforma. En 1969 se le realizó otra, y en 2003 se reservó el uso del puente solamente a los ciclistas y a los peatones. De todos modos, diariamente sigue izando su estructura para dejar pasar a los barcos demasiado altos que toman el Amstel navegando hacia el IJ.
Pese a todas las modificaciones y renovaciones, la estructura y el emplazamiento del Magere Brug se mantienen como el original. El funcionamiento se basa en un contrapeso que se acciona manualmente y que permite, mediante tirantes, levantar el piso unido al puente.
Si es mayo y te encuentras en la ciudad, en uno de los extremos del puente podrás disfrutar de un concierto al aire libre para celebrar el día de la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Llévate la cámara de fotos, porque la reina Beatriz suele siempre presidir el acto.
Y como curiosidad, este puente aparece en multitud de películas. La más célebre de todas sea quizá “Diamantes para la eternidad”, en la que James Bond hace de las suyas en suelo holandés.
El último consejo es que no dudes en acercarte hasta aquí de noche, ya que las 1200 bombillas que alumbran el puente te van a regalar un panorama que no tiene desperdicio: un barrio con casas restauradas al detalle, el rumor tranquilo del agua y, en ella, como un cielo plagado de estrellas, los cientos de luces del Magere Brug. No se equivocaron, es un escenario de película.
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