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Prinseneiland

Prinseneiland (36)

Detrás de las vías del tren, en un lugar no muy transitado por los turistas que visitan la ciudad, se encuentra un rincón muy especial de Amsterdam, la Isla del Príncipe. 

Junto con otras dos islas, este lugar nos recuerda el pasado marítimo de la ciudad, ofreciendo un paisaje casi ficticio de sus astilleros dormidos y antiguas destilerías, para las que el tiempo se paró hace muchos años.

Esta zona formó parte de la planificación de la primera fase de la expansión de la ciudad en 1612. Fuera del circuito de los grandes canales, ocupados por los burgueses y con un paisaje de nobles residencias, estas islas occidentales carecían de todo interés estético para la ciudad. 

El objetivo principal de la construcción de este puerto oeste era que albergara astilleros, fraguas, almacenes de madera o destilerías de alquitrán. Algo del paisaje gris, sucio y lleno de chatarra del momento puede adivinarse todavía en esta zona, que tiene el atractivo de las decadentes zonas industriales. 

Una bella leyenda, además, sale de la Isla del Príncipe, y es la de las casas milagrosas. La historia cuenta que, en ellas, Jetske Klaes, que sufría una parálisis en las piernas hacía más de diez años, recibió la visita de un ángel en esta isla y éste lo curó. De todos modos, no te esfuerces ahora por encontrar las casas en las que se obró el milagro porque la necesidad de nuevos almacenes pasó por encima de la fe, y se demolieron en 1733 para construir nuevos almacenes. 

Actualmente, esta zona ha logrado escapar a la demolición, pero está algo deprimida debido a su desuso. En los últimos tiempos, sin embargo, algunos artistas han apostado por establecer talleres, centros sociales y lofts en los edificios industriales que quedan en pie. 

Por lo demás, los almacenes vacíos parece que esperen las cargas que nunca han de llegar, el alquitrán ya no mancha el muelle, ni los astilleros trabajan a contrarreloj. La vieja zona industrial ya es vieja de verdad. Y es que se ha parado en el tiempo, la isla del príncipe no tiene corona, pero sigue manteniendo la gris y nostálgica realeza de antaño.

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