Hace siglos, esta torre vio regresar a casa a los expedicionarios pioneros, después de meses, o años, perdidos en lejanos océanos. Pero también fue testigo del partir de muchos navegantes, que se lanzaban a ultramar en busca de fortuna, pero con un destino incierto. 

Las esposas de estos marineros acudían a lo alto de esta torre para verlos partir, y rompían a llorar cuando desaparecían en la línea del horizonte. 

Tanto amor y pérdida es lo que explica el nombre de esta torre, la Torre de las lloronas. 

Aunque ésta es la interpretación romántica, existe una versión algo más mundana sobre el significado real del nombre de la torre, y que se basa, graciosamente, en una malinterpretación del nombre en holandés original. 

Éste, Schrayhouckstoren (en vez del Schreierstoren, que es su nombre actual) significaba algo próximo a “ángulo cerrado” o pronunciado, en alusión al ángulo que formaba la torre en relación a las murallas conectadas a ella. 

Habiendo escuchado las dos versiones, e imaginándote que donde está ahora la Estación Central antes se veían partir las carabelas, puedes elegir tú mismo con cuál te quedas.

Actualmente, esta pequeña torre semicircular, construida en ladrillo hacia 1480, es un vestigio de la antigua muralla medieval que aloja, en su interior, un pequeño café donde en ocasiones se celebran despedidas de soltera. Resulta gracioso, así, que hace siglos se despidieran las esposas de sus maridos, a sabiendas de que quizá no volverían a verlos, y que hoy, sin embargo, sean las futuras casadas las que se despiden aquí de su soltería. Porque a sus maridos van a verlos en breve, y en el altar.