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Amsterdam es una ciudad que te robará el corazón si eres un apasionado de las antigüedades.
En las principales zonas comerciales o en el barrio de Jordaan puedes encontrar algunas tiendas escondidas con piezas interesantes, aunque de lo más común. En los mercados callejeros es más difícil, ya que los objetos suelen estar en peor estado y casi nunca se trata de verdaderas piezas de coleccionista, sino que suelen ser anticuallas de carácter más bien anecdótico. Por lo tanto, si de veras te interesa el coleccionismo de piezas antiguas, apúntate bien este nombre: Nieuwe Spiegelstraat.
Esta calle, que encontrarás partiendo del Rijksmuseum de subida hacia el centro, después de atravesar el Singelgracht, se ha convertido en una cita indispensable para los coleccionistas. Si tu bolsillo te lo permite, en las galerías que aquí se encuentran, podrás llevarte aunténticas piezas de lujo.
El entorno cercano es incomparable: la tranquilidad y el ambiente elevado que emanan los más prestigiosos museos de arte de la ciudad, la proximidad del tranquilo y casi aristocrático Vondelpark, y las tiendas de lujo y grandes diseñadores de las calles P.C. Hoofstraat y Van Baerlestraat, no muy lejos de allí.
En este contexto, todo es elegante, hasta los propietarios de las galerías de antigüedades pasando el plumero a sus valiosas porcelanas. La mayoría de establecimientos de Nieuwe Spiegelstraat parecen salas de exposición, pero su fino trabajo de restauración y coleccionismo no se exhibe, solamente, sino que está a la venta.
La mayoría de estos anticuarios de lujo están especializados: desde instrumentos científicos, hasta relojes, monedas, tarjetas, piezasa exóticas o cristal.
Y es que Amsterdam siempre ha sido una ciudad de coleccionistas, empezando por los burgueses más sencillos, que invertían las fortunas de sus negocios en comprar cuadros a artistas de renombre, y terminando por los nobles acaudalados que coleccionaban los objetos auténticamente extraños.
El mismo Rembrandt, por ejemplo, fue víctima de su propia pasión por el coleccionismo. Esta cara afición lo llevó a empeñarse de tal modo que cayó en bancarrota y tuvo que dejar atrás una mansión llena de muebles, cristalerías, láminas y otras obras de arte que luego se subastaron.
Puedes perderte horas y horas entre los cientos de piezas que relucen, iluminadas, en las galerías de coleccionistas de la zona.
Si quieres hacer una inversión y dudas entre qué comprar, puedes encontrar un Amsterdammer, el reloj de pie clásico de la ciudad que se fabricó entre 1690 y 1810. En cuanto a precio, si es que tienes la suerte de encontrar el amsterdammer, las cifras pueden llegar a ser muy altas. Como también lo serán si lo que pretendes es adquirir una porcelana china de importación, que traía la Compañía de las Indias Orientales desde el siglo XVIII.
Si tu presupuesto no llega a tanto, siempre puedes adquirir alguna de las láminas, en color o en blanco y negro, de las vistas de la ciudad. En el siglo XVII Amsterdam fue un centro editor de libros importantísimo y estas piezas abundan, si sabes buscar en el lugar adecuado.
Compres o no, el paseo es una auténtica gozada. Las galerías son preciosas, y sus propietarios siempre están encantados de ilustrarte sobre cada una de las piezas, ya que son ellos los más orgullosos por poseerlas.
Begijnhof (14)
El Barrio Rojo (8)
Hortus Botanicus (43)
Magna Plaza - Antigua Oficina Central de Correos (46)
Plaza de Spui y el Mercado de Libros (16)
Rembrandtplein (27)
Tuschinski Theater (50)
Bloemenmarkt - Mercado de las Flores (23)
El encanto del barrio de Jordaan (37)
Leidseplein (45)
Mercado de Albert Cuypstraat (41)
Portuguese Synagogue (18)
Sint Nicolaaskerk - Iglesia de San Nicolás (48)
Vondelpark (33)