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Antiguo Estadio Olímpico (Kallimármaro)

Antiguo Estadio Olímpico (Kallimármaro) (43)

Un pequeño consejo te ayudará a no confundirte cuando preguntes por el estadio, si es que andas perdido con tu mapa. Y es que tienes que ir con mucho cuidado: si preguntas por el Estadio Olímpico, te mandarán a las nuevas instalaciones al norte de la ciudad, si preguntas por el estadio del Panathinaïkós, terminarás viendo un partido del popular equipo de fútbol griego. Ve a lo seguro, olvídate de nombres oficiales y haz como en los pequeños pueblos, donde a todos se los conoce por el apodo. Así, pues, prueba con Kallimármaro y verás, no tendrá pérdida.

¿Has traído tu ropa de deporte? Pues lánzate a la pista. La entrada es libre y está abierta a todo el mundo. Te encuentras en el estadio que albergó los primeros Juegos Olímpicos de la historia moderna, el 5 de abril de 1896.

Este inmenso estadio en forma de “U” presume de unas dimensiones portentosas y de una calidad en sus materiales que, seguro, haría las delicias de muchos estadios contemporáneos. Y es que la blancura y la nobleza del mármol con el que se construyó en 1896 le han valido el sobrenombre de Kallimármaro, cuyo significado es, aproximadamente, “fabricado con excelente mármol”. 

Sus formas, seducen a todo aficionado a la fotografía, que se pasa horas componiendo su instantánea perfecta con las líneas curvas de las gradas, que se pierden en la lejanía, o las vistas de la Acrópolis desde la hilera más alta. Sin embargo, si las formas arquitectónicas no son lo que te seduce, prueba a conocer su historia. 

Si bien el estadio data de finales del siglo 19 y es un diseño de Anastásios Metaxás, no podemos decir que ése sea su nacimiento, sino que su historia empieza unos cuantos siglos atrás.

Fue el arquitecto Ernst Ziller el que realizó las excavaciones en la época moderna que le llevaron a encontrar, no solamente algunos restos escultóricos impresionantes, como la estatua bicéfala de Apolo y Dionisos, sino los cimientos del estadio romano que se hallaba en este lugar. La reconstrucción del siglo 19 pudo llevarse a cabo gracias a los millones de dracmas en oro que el rico Geórgios Avérof donó para que la nueva era de los Juegos Olímpicos pudiera dar comienzo en este lugar. 

Pero vayamos atrás, porque, ¿de qué estadio es exactamente una reconstrucción el que se encuentra ante tus ojos? Pues para saberlo, tienes que recurrir, como hizo su arquitecto moderno, a los escritos de Pausanias. Éste definía, en la obra “Descripción de Grecia” las características del estadio de Herodes Ático, que databa de mediados del siglo II. 

Sin embargo, todavía puedes echar la vista atrás y remontarte hasta Licurgo, el arquitecto original que, alrededor del 330 a.C. proyectó este gran estadio para albergar los Juegos Panatenaicos. Estos, similares a los Juegos Olímpicos, comprendían, por una parte, las artes o la carrera con antorcha hasta el Partenón, reservadas solamente a los atenienses y, por otra, la parte dedicada a todos los griegos, y que incluía lucha, boxeo, pentatlón y carreras de cuádrigas, entre otros. 

En época romana, anteriormente a la era del benefactor Herodes Ático, el estadio de las Panateneas fue utilizado también como arena, en la cual los gladiadores protagonizaban terribles luchas hasta la muerte, que han sido recreadas en las películas hasta la saciedad.

De vuelta al estadio actual, podemos decir que las líneas claras, curvas y armónicas son sus principales características estéticas, pero te encantará conocer algunas cifras. 204 metros de largo, 83 metros de ancho y un aforo de cerca de 70.000 personas. Aquí terminó la maratón en los juegos olímpicos de Atenas 2004. Y es que como puedes comprobar, es un entorno único para el deporte.

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