Barcelona: ciudad abierta, ciudad mediterránea. Sin duda, es una ciudad para disfrutar por sus calles, para pasear, para comprar, para conocer su historia, su arte, disfrutar de su clima, de su gente, su gastronomía… Descubre todos sus rincones con Play & Tour.
Desplegada entre el mar y la montaña desde sus orígenes romanos hasta las expresiones artísticas, culturales y sociales más contemporáneas, muestra en su trama urbana el peso de una importante y extensa historia. Un primer poblado íbero sirvió de cimientos para la Barcino romana y en esta se levantó la medieval, y encima, la renacentista, y así, una sobre otra, hasta llegar hasta nuestros días. Por eso, comprobarás que no hay una sola Barcelona, sino varias.
Los primeros rastros de población en el área de la ciudad se remonta a finales del neolítico, entre el 2000 y el 1500 a.C. aunque los primeros asentamientos destacados no aparecen hasta el siglo VII a.C. pertenecientes a los layetanos, un pueblo íbero. Más tarde, en la segunda guerra púnica, fue conquistada por los cartagineses, derrotados en el año 218 a.C. por los romanos que tomaron la ciudad y la bautizaron como Julia Augusta Paterna Faventia Barcino.
Existen otras leyendas que versan sobre el nacimiento de este nombre, Barcino. Una de ellas cuenta que la ciudad fue fundada por Hércules en uno de sus viajes desde Tebas; otra versión atribuye el nombre de la ciudad a los cartagineses quienes la bautizaron con el nombre de Barcino en honor a Amilcar Barca, padre de Haníbal.
Los romanos construyeron la ciudad de modo que sus calles fuesen del mar hacia la montaña y levantaron murallas que resguardaron a la población durante casi dos mil años, hasta que fueron derribadas en el siglo XIX. La dominación romana se prolongó durante 600 años hasta las invasiones bárbaras cuando fue conquistada por los visigodos que la convirtieron en la capital de los territorios hispanos. Más tarde, en el año 716 los árabes irrumpieron en Barcelona conquistada por Al-Hurr, hasta que en el 801 Ludovico Pío, hijo de Carlomagno reconquistó la ciudad aunque, los ataques musulmanes no cesaron, y en 985 las tropas de Almanzor destruyeron gran parte de Barcino.
Ya en la Edad Media, bajo el gobierno de los Condes de Barcelona, Borrell II inició la reconstrucción de la ciudad dando paso a una época de gran esplendor y desarrollo, hasta convertirse en una de las principales potencias mediterráneas en los siglos XIII y XIV, en competencia con Génova y Venecia.
A partir del siglo XV, con la unión de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla y las nuevas rutas que se abrieron a raíz del descubrimiento de América, la ciudad se vio envuelta en una época de decadencia. Empieza así un periodo de gran tensión entre la ciudad y el gobierno central y la dinastía borbónica de España.
Por eso, más tarde, entre 1640 y 1651 culminó con la Guerra de los Segadores, y más tarde, entre 1706 y 1714, con la Guerra de Sucesión, que significó la desaparición de las instituciones propias de Cataluña. Perdió su autonomía, se suprimieron las Cortes y el Gobierno y la lengua catalana fue proscrita. Curiosamente, la fiesta nacional de Cataluña llamada “La diada” es el 11 de septiembre, día de 1714 cuando la ciudad capituló bajo las tropas borbónicas de Felipe V.
El resurgimiento de Barcelona se produjo a finales del mismo siglo XVIII bajo el reinado de Carlos III, al reabrir su puerto al comercio con América. En 1775 empezó a urbanizarse el que habría de convertirse en el paseo más famoso de la ciudad según el proyecto del conde Ricla: Las Ramblas.
En plena industrialización del siglo XIX Barcelona volvió a convertirse en un importante centro político, económico y cultural, al frente de la llamada Renaixença, Renacimiento. A partir de 1859 la ciudad emprendió su expansión, se eliminaron las murallas y se anexionaron seis municipios limítrofes como Sants, Gracia o Les Corts, según los planes de ampliación urbanística de Ildefons Cerdà, que lamentablemente no fueron seguidos fielmente. Barcelona también fue sede de dos Exposiciones Universales en 1888 y 1929 que impulsaron a la ciudad en el panorama internacional.
Nacía el siglo XX y el Modernismo y el Novecentismo transformaron la imagen y la vida de la ciudad. Barcelona dejaba atrás su pasado industrial para abrazar las vanguardias culturales y convertirse en punto de encuentro donde se experimentaban los avances científicos y artísticos procedentes de París y Londres. Un espíritu aperturista que todavía impregna todos los ámbitos de la ciudad. Sin embargo, el buen crecimiento económico paralizó en 1936 a causa del inicio de la Guerra Civil Española. La ciudad fue foco de rebeliones internas y fue bombardeada en varias ocasiones hasta el avance de las tropas franquistas alcanzó la ciudad a finales de enero de 1939.
Se vivió un periodo de dictadura hasta la muerte de Francisco Franco. Fue con el restablecimiento de la democracia que Barcelona emprendió a finales de la década de los 70 una serie de iniciativas urbanísticas y culturales que la llevarían a rehabilitar barrios, recuperar espacios, reorganizar el sistema de comunicaciones, etc.
Los Juegos Olímpicos de 1992 supusieron para la ciudad el impulso definitivo para darse a conocer internacionalmente como una urbe cosmopolita y de marcado carácter cultural. Las actuaciones urbanísticas realizadas para acoger el evento permitieron a Barcelona ganar algo bastante más importante que medallas: el mar. Se recuperó la fachada marítima convirtiéndose en uno de los espacios de ocio más característicos de la ciudad, que ha sido ampliado hacia el norte con la celebración del Fòrum de las Culturas en 2004.
Un poco Nueva York, un poco París y también un poco del encanto de un pequeño pueblo, Barcelona es una de esas ciudades que nunca acabas de conocer y te reserva muchas sorpresas agradables. Por eso te animamos a que la recorras al margen de las guías y seas tú mismo quien la descubra.