En el plano, sobre el papel, no se plasman los desniveles ni las calles tan empinadas de Lisboa. El mejor sitio para apreciarlo es el Elevador de Santa Justa.

Una construcción en hierro, de estilo neogótico, con filigranas decorativas, escalera de caracol y pasarela sobre los tejados. 

Muchas veces se asocia este elevador vertical a la magia de Paris, por su proximidad a la obra del francés Gustave Eiffel, de quien se llegó a decir que era el diseñador. Poca gracia le haría a Raoul Mesnier du Ponsard, su discípulo y el ingeniero autor del proyecto y que, anteriormente, había concebido el Elevador da Bica. 

A diferencia de los demás elevadores de la ciudad, que funcionan sobre las calles, en plano inclinado, el de Santa Justa se eleva sobre el plano vertical. Se trata de un ascensor situado independientemente en la calle, y comunica la parte de la Baixa Pombalina con el Barrio Alto. 

Remontando más de 30 metros de altura, la torre del elevador posee, en la parte superior, un puente-pasarela que comunica el ascensor con el Largo do Carmo. Por esa razón, esta curiosa y práctica construcción recibe también el nombre de Elevador do Carmo.

Se dice que la inauguración del ascensor, en 1901, causó muchísima expectación. Los vecinos de Lisboa se arremolinaron en los tejados de las casas para presenciar por primera vez el espectáculo de la ascensión hasta la parte alta del Chiado. Además, para demostrar la solidez de la pasarela, el rey la cruzó a caballo, dejando perplejos a los asistentes. 

Sin, embargo, ha pasado mucho tiempo desde aquello, y hoy en día la pasarela está cerrada al público, debido a un largo proceso de obras. Por este motivo, la subida en el ascensor de Santa Justa está concurrida básicamente por turistas que no quieren perderse la oportunidad de probar un medio de transporte tan particular, aunque sólo sea de forma simbólica. 

Como edificación es muy sorprendente: se trata de una torre de estilo neogótico, construida en hierro colado y embellecida con filigranas.