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Igreja de São Roque

Igreja de São Roque (23)

Cuando veas la sencilla fachada de la Iglesia de São Roque, no podrás sospechar que algo tan poco notable esconda un valiosísimo interior. 

Fue en la segunda mitad del siglo 16 cuando los Jesuitas encargaron erigir esta iglesia al italiano Filippo Terzi. Se considera que São Roque posee la más rica decoración interior de todas las iglesias de Lisboa. En su exterior, llama la atención su austero rigor geométrico.

El interior no tiene nada que ver. La nave de la iglesia es de estilo manierista. Así, el techo, sostenido por una estructura de vigas en madera, descubre artísticas pinturas que pretenden imitar a la bóveda de una cúpula. Se trata del único ejemplar lisboeta que queda de los grandes techos manieristas. 

La iglesia tiene una sola nave ya que, según la concepción de la doctrina jesuita, tiene el objetivo de centrar al fiel en la misa. Sin embargo, uno queda descentrado ante el lujo de las ocho capillas laterales, que son el principal tesoro de São Roque. Todas ellas están construidas entre los siglos 16 y 19 y están pomposamente adornadas. 

La primera en ser construida es la consagrada a São Roque, situada en tercer lugar a la derecha. Está ornamentada con los azulejos más antiguos, y conforman un cuadro que representa una escena en la que São Roque cura a un enfermo de peste. Sin embargo, si no quieres perderte la joya de la iglesia, debes acercarte a la capilla de San Juan Bautista.

La historia de esta capilla del siglo 18 tiene origen italiano. Y no solamente porque el despilfarrador rey portugués João V le encargara el diseño a Luigi Vanvitelli y Nicola-Salvi, sino porque fue construida en Italia. 

El rey solamente permitió utilizar los materiales más valiosos para la construcción de la capilla, e incluso mandó traer oro de las minas de Brasil. La capilla se construyó en Roma durante cinco años, e incluye un altar en plata y lapislázuli, decoraciones de ágata, alabastro, marfil, oro, plata y piedras preciosas, ángeles esculpidos en mármol de Carrara o un impresionante suelo de mosaico. 

Si todavía no te parece económicamente relevante la historia de la capilla de San Juan Baptista, espera a saber que, después de recibir la bendición papal en Roma, se desmontó, se distribuyó en tres barcos que viajaron hasta Lisboa y, aquí, se reconstruyó de nuevo. Sin duda, se trata de uno de los documentos de mayor nivel artístico de la época. 

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