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Museu Nacional dos Coches

Museu Nacional dos Coches (3)

Visitar el Museu Nacional dos Coches es descubrir una colección única de todo tipo de carruajes, berlinas, carrozas o carretas de los siglos 17,18 y 19. 

Se trata de una de las mejores colecciones de Europa, y permite al visitante comprender la evolución técnica y artística de los medios de transporte utilizados por las cortes europeas antes de la aparición del automóvil. 

Hay que añadir, además, que el museo se encuentra en un marco incomparable: el ala este del Palácio de Bélem, que albergaba, en el siglo 18, la antigua escuela de equitación de la familia real. Se trata de un picadero de estilo neoclásico atribuido al arquitecto italiano Giacomo Azzolini. En el amplio pabellón, de dos pisos, la familia real asistía, desde la galería superior, a magnícos espectáculos ecuestres. 

En esta tribuna superior, además, se pueden apreciar detalles decorativos de interés: los frescos y azulejos con motivos relacionados con el arte ecuestre, la balaustrada interior que envuelve la sala, o, en el techo, los tres medallones pintados con escenas alegóricas de la Prosperidad del Reino. 

Hoy, tres siglos más tarde, los visitantes descubren desde los sobrios coches de madera y cuero rojo del rey español Felipe II, hasta las ostentosas carrozas que, lejos de la voluntad de ser cómodas, perseguían convertirse en el foco de todas las miradas. 

Las piezas expuestas pertenecen a la realeza y las clases pudientes de Portugal, Francia, Austria, Italia y España y son un buen testigo del afán de grandeza de estos círculos entre los siglos 17 y 19. 

En la galería principal, el visitante paseará entre dos filas de carruajes con motivos arabescos y oro, escudos nobiliarios e interiores fastuosos en terciopelo rojo. Y al final de esta exposición, se encuentra la joya de la corona. Se trata del conjunto de tres carrozas de Estado que se hizo construir el Marqués de Abrantes, embajador en el Vaticano. Tres piezas barrocas de cinco toneladas de peso, decoradas con estatuas doradas de tamaño natural, un magnífico ejemplo de extravagancia.

Pero todavía quedan algunas piezas para los más interesados y curiosos. Y es que se puede ver un clásico taxi lisboeta del siglo 19, en negro y verde, los colores oficiales de los taxis hasta hace bien poquito, en 1990. Y además, si admirar uniformes de cochero históricos o utensilios de viaje de la nobleza es lo que más te fascina, el Museo dos Coches debe ser una cita imprescindible. 

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