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Barrio de Lavapiés

Barrio de Lavapiés (73)

judío de la ciudad. De hecho, se cree que el espacio que ocupa la actual iglesia de San Lorenzo estuvo emplazada la antigua sinagoga. Durante la edad media, Madrid fue en ejemplo de convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos, aunque lamentablemente, quedan pocos vestigios que puedan dar fe de aquella ciudad  multicultural. 

 

Piensa que en 1492 los Reyes Católicos decretaron la expulsión de los judíos, en su afán de convertir la península en un reino unificado por el credo católico. Desde entonces Lavapiés y Madrid se quedarían prácticamente sin judíos y judías, y sin las importantes influencias que esta comunidad aportaba al conjunto de la sociedad castellana.  

 

Un curioso vestigio cultural de aquella época es la de llamar manolo y manola a los madrileños que proceden de Lavapiés. Sucede que muchos judíos quisieron escapar de la expulsión y decidieron bautizarse al catolicismo bajo el nombre de Manuel. En adelante, los manolos serían los habitantes de Lavapiés, quienes rivalizaban con los chulapos, procedentes del barrio de Malasaña. 

 

Hoy en día puedes referirte indistintamente como chulapo o manolo para llamar a la gente vestida con el tradicional atuendo madrileño. 

 

A lo largo de la historia de la ciudad, el Barrio de Lavapiés ha pasado con más pena que gloria. El abandono por parte de los poderes públicos ha hechos que este barrio conserve un espíritu genuinamente madrileño, con estrechas callejuelas, bares tradicionales y las características corralas, construcciones populares de principios del siglo 19.  

Probablemente, uno de los edificios más importantes que verás en Lavapiés sea las Escuelas Pías de la plaza de Agustín Lara. La historia reciente de este edificio es harto truculenta. La escuela, junto con otros edificios religiosos de la zona, fue incendiada por los partidarios del Frente Popular el 19 de julio de 1936, un día después del estallido de la guerra civil. Resulta que algunos falangistas y sacerdotes favorables al golpe de estado se atrincheraron contra la multitud que pasaba por el barrio y se pusieron a disparar indiscriminadamente. En represalia, la multitud prendió fuego al edificio, que milagrosamente se salvó y que en la actualidad alberga una biblioteca popular. 

Pero si te recomendamos Lavapiés no es tanto por su denostada arquitectura como por la riqueza y variedad de gente que lo habita. 

Además de las clases obreras más humildes de la ciudad, a finales de los años 80, el barrio estaba habitado en su totalidad por gente mayor. La abundancia de casas abandonadas y de viviendas de renta baja atrajo a multitud de jóvenes con pocos recursos, entre ellos numerosos okupas. 

Junto con los jóvenes okupas, el barrio de Lavapiés se ha ido llenando paulatinamente de inmigrantes llegados de todas las partes del mundo. Se calcula que alrededor del 50% de la población del barrio es de origen inmigrante, lo que ha favorecido la multiculturalidad de la zona, con la aparición de establecimientos, tiendas y restaurantes de todo tipo de nacionalidades. Así, eventos como el año nuevo chino o el ramadán tienen casi más resonancia en Lavapiés que, por ejemplo, la propia Navidad

En la actualidad, se ha iniciado un merecido proceso de rehabilitación del barrio, con la intención por parte de las autoridades políticas, de arreglar las calles y las casas de la zona. Se pretende así utilizar el peculiar carácter de la zona para atraer a todos aquellos madrileños interesados en un ambiente bohemio y cosmopolita. 

Por eso, no es de extrañar que en la tradicional Plaza de Lavapiés se acabe de edificar un excelente y moderno teatro, pensado sobre todo para activar más si cabe, la vida cultural del barrio. 

Nos referimos al Teatro Valle Inclán, obra de los arquitectos Ignacio García Pedrosa y Ángela García de Paredes. El teatro consta de tres modernas salas recogidas dentro de una futurista fachada en la que dominan las líneas rectas y el vidrio. El nuevo teatro, además, opera como segunda sede del centro dramático nacional, con lo que la calidad de sus propuestas artísticas está más que garantizada. 

Finalmente, igual te interesa saber el por qué del nombre del barrio. Parece ser que en la plaza de Lavapiés había una importante fuente donde se hacía el tradicional lavado de pies antes de acudir al templo. La fuente funcionó hasta el siglo 19, y a los madrileños debieron pensar que después de tantos años llamando a la zona con este nombre, no era necesario cambiar el nombre para refinarlo. 

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