Situada en la Puerta del Sol, junto a la embocadura de la calle del Carmen, la Estatua del oso y del madroño es, por encima de todo, un símbolo de encuentros y desencuentros. No es una estatua famosa por su antigüedad, ni por su estatura, ni por su especial belleza. Sencillamente, es el lugar del centro donde la gente queda.
Con todo, si la figura del oso y del madroño son importantes es porque que aparecen en el escudo de Madrid. Según la heráldica de la ciudad, el escudo madrileño lo forman un madroño, sobre el que se alza un oso.
Por raro que pueda parecer, el oso aparece como animal ligado a la ciudad ya que antiguamente la zona de Madrid estaba habitada por multitud de osos. De hecho, los romanos llamaron a esta zona de la meseta Ursaria, tierra de osos. En la actualidad, eso sí, el oso opera como símbolo de la fauna más que otra cosa. Tranquilo, no te encontrarás uno de estos feroces animales ni en Madrid, ni en sus alrededores.
En un principio, el escudo de la ciudad fue sencillamente un oso paseante. Pero tras un pleito con el clero sobre la propiedad de unos pastos y unas arboledas, se tuvo que cambiar. La ciudad quiso que el oso apareciera erguido sobre un madroño, para que quedara constancia de que los árboles eran propiedad de la Villa de Madrid. Además, las arboledas objeto de conflicto estaban llenas de madroños. De ahí que se adoptara este árbol, y no otro, de entre los muchos que pueblan la campiña madrileña.
El escudo de Madrid lo rodena siete estrellas, que no son más que las siete estrellas de la osa mayor.
Lamentablemente, este emblema de la ciudad no tendría un monumento propio hasta el año 1.967, cuando al ayuntamiento quiso crear un grupo escultórico con atractivo turístico, como la Sirenita de Copenhague o el Manneken Pis de Bruselas. Así, finalmente nacería la popular estatua del oso y del madroño. La obra está realizada en bronce y es obra del artista Antonio Navarro Santa Fé.
Sin duda es el monumento más visitado de la ciudad, y por el que pasan más madrileños y visitantes. Verás como la mayoría llegan a la estatua y lo primero que hacen es mirar su reloj. Quieren saber si han llegado tarde o si aún falta mucho para que llegue la persona con la que han quedado. Mientras los turistas posan para hacerse una foto, la gente de Madrid espera frente a la Estatua. Eso sí; tampoco es que le hagan demasiado caso.
