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Monasterio de las Descalzas Reales

Monasterio de las Descalzas Reales (66)

Dicen que la mejor manera de esconder un tesoro es dejarlo expuesto a la vista de todos. Y eso es precisamente lo que pasa con el Monasterio de las Descalzas Reales. 

Cerca de la concurrida calle Preciados se encuentra uno de los monasterios más fascinantes de la historia de Madrid. Son miles los madrileños que pasan a diario delante del Monasterio de las Descalzas Reales y son poquísimos los que pueden presumir de haberlo visitado.  

Y es que, el convento de las reales descalzas puede ser considerado como el edificio del siglo 16 más completo de Madrid. 

En un principio, fue un palacio construido por el tesorero de Carlos V, don Alonso Gutiérrez. El propio emperador Carlos V y su esposa, Isabel de Portugal vivieron en él, y su hija Juana de Austria nacería en este edificio en el año 1535. 

Sería precisamente Juana de Austria quien, al enviudar, mandaría transformar el antiguo palacio en un monasterio, para poder retirarse en él. Antonio Sillera y Juan Bautista Toledo se encargarán de las obras de reforma, que concluyen en 1564. 

Constituido como edificio religioso, el convento de las descalzas se convertiría en lugar de retiro preferido de muchas viudas, hijas menores y otras mujeres de la realeza y de la alta aristocracia de España. 

Así, las principales familias nobles españolas legarán importantes dotes patrimoniales al convento. Ese será el principal motivo por el que no tarda en llenarse de valiosísimas obras de arte, entre pinturas, esculturas y tapices. Sin duda, la decoración barroca del interior del edificio contrasta con su fachada austera. La riqueza de este convento la encontrarás puertas adentro. 

Nada más entrar, te sorprenderá la gran escalinata que comunica el claustro de dos plantas. La escalinata es contemporánea del palacio original y está decorada con frescos del siglo 17 de Claudio Coello y Francisco Ricci. 

El claustro superior es un auténtico museo en sí, plagado de pequeñas capillas con obras de arte de Tiziano, Luini, Angelo Narddi, Zurbarán e incluso una pequeña obra de Goya. Una de las capillas más ornamentadas del claustro superior está dedicada a la virgen de Guadalajara y tiene unas pinturas sobre espejos tremendamente singulares. Te sorprenderá saber que el famosísimo cuadro La anunciación de Fra Angellico, actualmente en el museo del Prado, estuvo durante muchos años en el monasterio decorando una de estas pequeñas capillas. 

En el piso de arriba, el antiguo dormitorio conventual se ha convertido en una espectacular sala de tapices. Donde antes se encontraban las celdas, ahora podrás ver exquisitos tapices confeccionados en Bruselas. Éstos están realizados a partir de unos cartones de Peter Paul Rubens y representan el triunfo de la eucaristía.  

El convento es un remanso de paz en medio del bullicio madrileño, donde la arquitectura, el arte, y las monjas que rezan a diario, parece que hayan sabido congelar el paso del tiempo. 

El monasterio está abierto a visitas, pero los horarios varían y el número de visitantes al día es bastante limitado. Con todo, madruga y haz la cola te aseguramos que vale la pena.

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