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Museo del Ejército

Museo del Ejército (36)

Si tienes la intención de visitar el museo del ejército, puedes alucinar por dos razones. Primero, por la suntuosidad del edifico y la enorme colección de recuerdos militares que atesora. Y segundo, por el hedor fascistoide que aún se respira. Aunque los tiempos han cambiado y el ejército se ha modernizado -y mucho- algunas salas aún celebran sin pudor el triunfo franquista y la grandeza de la dictadura. En fin un museo donde aún se conservan lo tópicos más rancios de la España de antaño. 

El museo del ejército está situado en la calle Méndez Núñez y se levanta sobre el Salón de Reinos, uno de los escasos restos arquitectónicos que se conservan del Palacio del Buen Retiro. 

Este imponente palacio lo manda construir el Conde Duque de Olivares para el recreo del monarca  Felipe IV. Las obras, dirigidas por el arquitecto Alonso de Carbonell, comenzaron en 1629 y se prolongaron hasta 1653. 

El palacio estaba construido con  materiales modestos, como el ladrillo y la madera, ya que se prefirió concentrar la riqueza y el lujo en la ornamentación interior. 

Entre 1808 y 1813 el complejo palaciego fue ocupado por las tropas francesas que lo destrozaron en su práctica totalidad. Afortunadamente se salvó el Salón de Reinos, bautizado así porque el techo estaba decorado con los escudos de los reinos que formaban parte del imperio español en el siglo 17. 

En este el salón de reinos se exhibe una de las colecciones militares más importantes de Europa. Piensa que España tuvo un ejército profesional mucho antes que la mayoría de los estados europeos, de ahí que su colección sea más antigua y más completa. 

Las obras que encontrarás en este museo evidentemente tienen que ver con la historia militar del país. Así, el museo exhibe con orgullo a Tizona, la famosa espada del Cid Campeador, la espada de Boabdil, último rey moro de Granada, un fragmento de la cruz que plantó Cristóbal Colón a su llegada al Nuevo Mundo o la espectacular tienda árabe empleada por el emperador Carlos V en su campaña del norte de África en los años 1530.

Sin embargo, choca bastante que una de las reliquias que se conservan con más orgullo no sea ni un arma ni tenga nada que ver con la historia de España. Me refiero a la máscara mortuoria de Napoleón realizada en bronce, una de las pocas que se conservan y que llegó a este museo después de una serie de robos, desapariciones y tráfico de reliquias. Es irónico que un museo en el que los franceses aparecen como los grandes enemigos históricos, se conserve la máscara mortuoria del que fuera su más famosos general. 

Por lo demás, en el mueso verás armas y armaduras,  soldaditos de plomo, cuadros que reproducen batallas, y demás objetos que te explicarán las grandezas y las miserias de nuestro ejército. 

Finalmente, deja que te avisemos que en las salas dedicadas al generalísimo Francisco Franco, te vas a encontrar una visión un tanto sesgada de la historia. Además de la postura parcial y triunfalista de la guerra civil española,  este museo es el único en el mundo en el que se celebran los éxitos de la lucha nazi frente al bolchevismo. Por eso, igual te indigna la sala militar dedicada a la División Azul, en la que se habla de los héroes que lucharon al lado de Adolf Hitler contra Rusia.   

Afortunadamente, el mueso tal y como está planteado tiene fecha de caducidad. En 2008 se trasladará gran parte de la colección al Real Alcázar de Toledo, donde se trabaja en un museo del ejército más moderno y actualizado. En breve, los restos del discurso filo franquista del museo no serán más que una anécdota del pasado.

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