Es extraño que un cementerio tenga interés turístico pero éste ofrece muchos rincones con historia. Entre los más de 300.000 huéspedes que aloja se encuentran varios nombres propios que tienen aquí su última morada. Entre las avenidas de castaños, las capillas, esculturas y los epitafios poéticos o curiosos es posible trazar la historia de París a través de sus hijos ilustres.

Alexandre Brongniart quiso diseñar un cementerio al estilo de un jardín inglés, de espíritu romántico y abierto al paseo público. Con el traslado de los hipotéticos restos de Molière y La Fontaine, el cementerio de Père Lachaise se convirtió en el lugar de moda para los funerales de la élite parisina.

Paseando entre sus tumbas es posible encontrar las de grandes nombres de las artes, las letras, la política o las ciencias. Aquí reposan juntos la pareja formada por el cantante y actor Yves Montand y la actriz Simone Signoret. 

Dos de las tumbas más visitadas son las de Oscar Wilde enterrado en el año 1900. El monumento de este gran dramaturgo inglés fue esculpido por Jacob Epstein. Y casi siempre está cubierto de besos con rojo carmín de sus admiradores. Hecho que ha llevado a las autoridades a pedirle a una gran empresa de cosméticos que costee la limpieza de la tumba.

Y la otra tumba que más fans recibe y que también da quebraderos de cabeza al cementerio es la de la estrella de rock Jim Morrison. Que incluso hubo que poner un guarda de seguridad después de que varios fans consumieran drogas y practicaran sexo encima de su tumba.

Otra tumba que despierta pasiones sobre todo entre las mujeres es la de Victor Noir, seudónimo del periodista  Yvan Salman. Asesinado de un tiro a los 22 años por el sobrino nieto de Napoleón III, Pierre Bonaparte. ¿y porque tiene tantas fans? Pues porque dice la leyenda que si acaricias la abultada entrepierna de la figura de bronce a tamaño real de mister noir, pronto te quedas embarazada.

Paseando por ejemplo encontrarás a los escritores Marcel Proust y Balzac, la cantante Edith Piaf, la actriz Sarah Bernhardt, los pintores Pissaro, seurat, Modigliani, la bailarina Isadora Duncan o el famoso espiritista Allan Kardec. 

Merece la pena perderse por sus tranquilas calles para apreciar las esculturas que adornan algunas tumbas como la del músico Chopin, la del general napoleónico Gobert o la del pintor Delacroix, o la del también pintor Théodore Géricault que en su tumba se ilustra su obra maestra: La Balsa de Medusa. Y los desgraciados amantes del siglo 12 Abelardo y Eloísa.

Grandes artistas como Etex, David d’Angers, Bartholdi, Landowski o Leducq realizaron trabajos para ornamentar algunas tumbas del cementerio.

Algunos monumentos son especialmente curiosos como la imponente chimenea de veinte metros de Félix de Beaujour, que alberga dos cámaras funerarias. O la tumba del poeta George Rodenbach que se representa a él saliendo de su tumba con el brazo extendido y una rosa en la mano.

Te recomendamos que no te pierdas el Osario. En la entrada encontrarás un precioso relieve del escultor Bartholomé de 1895 que representa el sufrimiento que siente los vivos cuando dos seres queridos fallecen. 

No creas que estarás muy solo paseando por el lugar, pues cada año pasan por aquí unos 2 millones de visitantes, lo que le convierte en el cementerio más visitado del mundo.

Los sábados incluso se realizan visitas guiadas, y si no puedes hacerte con un mapa gratuito del recinto con las tumbas más famosas señaladas.