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Historia

Historia (2)

Todos los que han leído cómics de Astérix tienen bien aprendido que los primeros habitantes de Francia fueron los galos. En concreto, la tribu de los Parisii, nombre que significa “barqueros”, fue el pueblo galo que fundó la ciudad entre el 250 y el 200 a.C.. Aunque no se conoce con exactitud donde estuvo esta primera ciudad gala, hay indicios que apuntan a que se establecieron en las llamadas islas de la Cité e isla de Saint Louis, donde hoy podemos encontrar la catedral de Notre Dam, por ejemplo.

Más tarde, tras siglos de batallas entre galos y romanos, en el año 52 a.C. Julio César conquistó la ciudad y la rebautizó con el nombre de Lutecia, que significa “morada de aguas medias”. Los romanos levantaron murallas, un gran palacio en el actual Palais de Justice, un circo y termas. A partir del siglo III, en épocas de la decadencia romana, los bárbaros comenzaron a ocupar sus territorios. Cuando en el siglo V Atila “el azote de dios” y los hunos llegaron aquí desde el norte, los habitantes de Lutecia se retiraron a tiempo y rogaron protección a Dios, alentados por Santa Genoveva y sus oraciones. Y sí, Atila pasó de largo y Santa Genoveva, con el tiempo, pasó a ser declarada santa patrona de la ciudad de París.

Finalmente, los romanos perdieron la ciudad a manos de los pueblos germánicos y el rey Clodoveo se instaló aquí. Tras su matrimonio con una ferviente católica convirtió la ciudad al catolicismo y en el 508 estableció París como capital de su pueblo, los francos. Son fruto de esta época monumentos como la abadía de Saint German des Prés o la de Saint Denis.

En el 768 subió al trono Pipino el breve, quien tras morir dividió el reino entre sus dos hijos Carlomán y Carlomagno, y fue este último quien acabaría por proclamarse único heredero. Tras los ataques normandos del siglo IX la ciudad quedó muy deteriorada, especialmente la ribera izquierda que fue arrasada. 

Al siglo siguiente, en plena edad media y mientras los carolingios luchaban entre sí, los condes de París colocaron en el trono a uno de los suyos: Hugo Capeto, quien hizo de París la sede real en el 987 e inició la Dinastía de los Capetos, que consiguieron reinar durante 800 años.

Durante este largo período París aumentó su poder político y económico y comenzó a recuperar su esplendor. La ciudad continuó ubicada en la ribera derecha mientras que la izquierda se dedicaba a cultivos y viñedos básicamente. Fue esta una época de construcción frenética: se ampliaron las murallas, se construyó Notre Dame, la Sainte Chapelle y el Louvre en el siglo XIII, que nació como fortaleza; en la orilla izquierda el Barrio Latino empezó a ser un lugar para eruditos y para la cultura, hecho que se consagró en 1215 con la creación de la Nueva Universidad donde dieron clases personajes como Santo Tomás de Aquino; se abrieron más de 30 facultades y una de ellas seguro que te suena: la Sorbona.

Después de tres siglos de hostilidades entre franceses e ingleses, Capetos y anglonormandos, llegó la Guerra de los Cien Años que duró de 1337 a 1453. Esta guerra, junto con la peste, redujeron sustancialmente la población de París. Los ingleses ganaron e impusieron a su regente.

Ahora viene uno de los grandes momentos de la historia de París que seguro has visto en el cine o leído en novelas: Juana de Arco. Era una joven campesina que en 1429 convenció a Carlos VII que Dios le había encomendado expulsar a los ingleses y hacerle rey. Juana reorganizó las tropas francesas y consiguió derrotar a los ingleses. Carlos VII fue coronado pero Juana cayó en manos del enemigo y fue quemada en la hoguera, acusada de brujería.

Entre 1562 y 1598 se sucedieron las guerras de religión entre protestantes y católicos. Enrique IV fue el primer rey francés de la dinastía de los Borbones, pero los parisinos no querían a un rey protestante e impidieron que entrara en la ciudad. Tras cinco años de asedio Enrique sólo consiguió ser rey cuando se convirtió al catolicismo en 1594.

A Enrique IV le sucedió su hijo Luís XIII en un reinado mediocre que estuvo dominado por otro personaje bien conocido por todos: el Cardenal Richelieu. Era su primer ministro, duro e implacable y su obsesión era establecer una monarquía con poder absoluto. De alguna forma, es la mecha que más tarde nos llevaría al momento más crucial de la historia de Francia, su revolución.

Luís XIV, el Rey Sol, fue el primer rey absolutista de la historia y asumió el mando en 1661 tras la regencia de su madre. Fue el primero en crear el estado francés, instauró impuestos a los burgueses y recortó poderes a los nobles. Eso le obligó a tenerse que exiliar en su propia ciudad y mover su corte del Palacio des Tulleries a Versalles. Tanto él como su sucesor, Luís XV se embarcaron en ruinosas guerras que acabaron con la pérdida de las colonias: Canadá, América e India. Tras la Guerra de los Siete Años, de 1756 a 1763, Francia perdió una fortuna y cada vez se extendía más entre el pueblo un sentimiento de ideas democráticas que la revolución estadounidense había lanzado.

Luís XVI intentó neutralizar el poder de los diputados más reformistas, pero ya hemos llegado a 1789 y las masas toman las calles. La revolución empieza el 14 de Julio cuando los franceses tomaron la prisión de la Bastilla para liberar a los presos. La revolución pasó varias fases; en la primera los diputados más moderados, los girondinos, querían una monarquía constitucional y proclamaron la Declaración de los Derechos del Hombre. Luego estos moderados perdieron el poder a favor de gente más radical como Robespierre, Marat o Danton que directamente abolieron la monarquía y proclamaron la I República. El rey fue guillotinado. 

Pero la república era caótica y pasó por épocas muy duras de represión. En 1799 Napoleón Bonaparte asumió el control del país con un golpe de estado. El nuevo emperador llegó incluso a invadir Rusia pero los Aliados devolvieron el trono de Francia a los Borbones. Napoleón fue derrotado en la mítica batalla de Waterloo en 1815. Durante los siguientes años se sucedieron dos repúblicas más tras la restauración de la monarquía o el Segundo Imperio del hijo de Napoleón.

Es durante la III Republica que Francia entra en la I Guerra Mundial contra el Imperio austrohúngaro gracias a la cual el país recuperó las provincias de Alsacia y Lorena. Pero la guerra tuvo un coste muy alto: sólo en la batalla de de 1916 de Verdún murieron 400.000 franceses.

1889 fue un año clave para París. Se celebró la Exposición Universal en plena expansión del art noveau. Es la llamada Belle Époque. La Torre Eiffel se construyó para esta exposición. Fue esta la época del París de los clubes nocturnos, de los escritores que viven en buhardillas, etc. En fin de todo lo que debes de haber visto en la película “Moulin Rouge”.

Las décadas del 20 y el 30 fueron las de las vanguardias artísticas. París fue el centro del cubismo y el surrealismo. Le Corbussier reinventó la arquitectura e intelectuales del mundo entero como Joyce o Hemingway, acudieronn a París atraídos por su famoso ambiente bohemio.

Si bien la I Guerra Mundial no afectó directamente a París, más allá de los muertos en el frente, la Segunda supuso para los parisinos uno de los capítulos más vergonzosos: tener que contemplar cómo Hitler se paseaba por los Campos Elíseos. París fue ocupado y el general De Gaulle tuvo que exiliarse en Londres. El 25 de agosto de 1944 tras el Desembarco de Normandía París fue liberado. Suerte que las tropas de Hitler no hicieron caso de sus últimas órdenes, ya que en vista de la inminente derrota había dicho que la ciudad fuera incendiada para que los libertadores sólo encontrasen cenizas. Gracias a eso se conservan hoy sus monumentos. 

De Gaulle instauró la IV Republica a la que siguió la quinta cuando él mismo retocó la Constitución para dotarse de más poderes. 

Del período más reciente otro de los capítulos que tuvieron a París como protagonista y que todos conocemos fué: el Mayo del 68. Un movimiento de los estudiantes contra la guerra de Vietnam y que provocaron grandes disturbios. “Haz el amor y no la guerra” o “la imaginación al poder” fueron alguno de los eslóganes pintados y coreados por los estudiantes.

Durante estos 2000 y pico años, París ha sido cuna de grandes cambios, revoluciones, movimientos culturales y artísticos que han marcado la historia del mundo y, por supuesto, lo sigue siendo. Y evidentemente aún hoy todos seguimos atentos lo que sucede en esta ciudad, una de las grandes capitales del mundo.

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