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Iglesia de la Madeleine

Iglesia de la Madeleine (23)

Rodeada por 52 columnas corintias de 20 metros de alto es una de las iglesias más peculiares de París. Y como si de un templo griego se tratara, carece de elementos exteriores tales como un campanario o una cruz que indiquen que en verdad, se trata de una iglesia.

Cosas del neoclasicismo. De estructura similar son otros edificios de la misma época como el Panteón o la Asamblea Nacional., sobre el Faubourg de Saint Honoré y los grandes boulevares.

La historia de la iglesia es larga y enrevesada. Su construcción no fue nada fácil y se alargó durante casi 80 años en los que hubo cambios políticos e ideológicos diversos. Fue el rey Luis XV el que puso la primera piedra de las obras en 1765 y eligió como arquitecto a Contant d'Ivry. Pero este arquitecto murió en 1777 y su alumno y sucesor, Guillaume-Martin Couture, modificó completamente el proyecto. Couture se inclinó por una iglesia en cruz griega en lugar de latina, con un gran pórtico de columnas corintias y una enorme cúpula.

Cuando estalló la Revolución, la construcción había avanzado a la altura de los capiteles de las columnas. Pero no era plan de molestar mucho a los revolucionarios con la construcción de una iglesia y los trabajos se detuvieron hasta 1804.

Mientras tanto, numerosos arquitectos propusieron diferentes usos para el edificio: Un gran palacio para albergar la Convención Nacional, una biblioteca nacional, una ópera o un Templo a la Revolución que no quedara muy lejos de la guillotina que estaba en la Place de la Concorde.

En 1806 un decreto pretendía terminar el edificio para la Bolsa de París, pero el proyecto nunca llegó a concretarse. A fines de ese mismo año, Napoleón I firmó un decreto donde establecía la edificación de un templo a la gloria del ejército francés. Se presentaron más de 80 proyectos al concurso, entre los cuales Napoleón eligió el de Vignon: un templo inspirado en la arquitectura greco-romana.

En 1807 Vignon se hizo cargo la obra aunque más bien lo que hizo fue cargarse todo lo existente. Parece que le gustaron las columnas y decidió conservarlas. A la caida de Napoleón en 1815, Luis XVIII decidió volver a la idea original de que fuese una iglesia, evocando a los Borbones guillotinados en la Place de la Concorde. La idea fue descartada cuando en 1826 se construyó una capilla en la plaza Luis XVI honrando a los Borbones.

Las obras continuaron a pesar de las dificultades económicas. En 1830, la Monarquía de Julio quería nuevamente un santuario de reconciliación nacional. Las obras se centraron entonces en las esculturas y bajorrelieves que adornan la iglesia, en las cuales intervinieron numerosos artistas.

Por fin la iglesia fue consagrada el 24 de julio de 1842, día de Santa María Magdalena. Pero no se puede considerar que la iglesia estuviera completa del todo. Todavía pasarían años hasta que se instaló el gran órgano, que podrás escuchar en las misas las mañanas de los domingos y se terminó el mosaico del ábside en 1893.

A pesar de su exterior, su carácter religioso, ya se aprecia en la entrada, pues en las monumentales puertas de bronce, que pesan más de 3 toneladas podrás ver los bajorrelieves de Henri de Triqueti representando los Diez Mandamientos. Y en los nichos de las paredes podrás contar hasta 32 figuras de santos.

En su interior, dorado y de mármol, se abren ante ti 80 metros de largo divididos en 3 grandes cúpulas. Y como piezas valiosas, resaltamos la belleza de 2 conjuntos escultóricos: María Magdalena en éxtasis obra de Marochetti y el Bautizo de Cristo de Rude. Si miras hacia el coro, descubrirás un excelente fresco de Jules Ziegler ilustrando en sus 250 metros cuadrados la historia del cristianismo. 

También podrás ver la monumental escalera que está situada en el lado sur, que te conducirá a una de las vistas más emblemáticas de la ciudad.

Fuera, en la Plaza del mismo nombre se instala un mercado de flores desde 1834 que alegra toda la zona. Muy famosa por sus establecimientos de alimentación selectos y tiendas exclusivas.

No dejes de pasear por las calles de alrededor disfrutarás del París más chic.

Y si quieres ver una de los baños públicos más bonitos del mundo, dirígete al este de la Madeleine. Una escalera en espiral te llevará no sólo abajo, sino también en un viaje en el tiempo, pues te encontrarás en unos baños de 1905 con todo el esplendor del art nouveau. Madera tallada, adornos florales, cristales de colores ... un verdadero lujo, además serás atendido por “madame pipí” que se encarga de tenerlo limpio y perfecto.                  

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