Antaño toda la colina de Montmartre estaba cubierta de viñedos, trigales y más de 30 molinos se recortaban contra el cielo. En aquel entonces, se utilizaban para moler trigo y prensar uva. Actualmente, de todos aquellos molinos sólo se conservan dos: el Moulin du Radet y el Moulin de la Galette.
Este último es sin duda el más conocido. Fue contruido en 1622 y, según cuentan, un familiar de los dueños murió crucificado en las aspas de este molino, tras intentar defenderse de los cosacos durante el asedio de París de 1814. Ya en el siglo 20, este lugar se convirtió en una sala de baile ajardinada que supo inspirar a artistas tan célebres como Renoir, Toulouse-Lautrec o Van Gogh.
De hecho, Vincent Van Gogh vivió en esta misma calle, en la empinada y comercial Rue Lepic, exactamente en el número 54, en la primera planta. Estamos seguros que conoces obras de estos artistas que en su título contienen Le Moulin de la Galette, como el famoso “Baile del Moline de Galette” de Renoir, que puedes ver en el Museo de Orsay.
Actualmente, el molino funciona como restaurante. Es curioso, porque en sus principios, los parisinos también venían a comer aquí los domingos. Tomaban un trago de vino y unas tortas, en francés “galette”.
En cuanto al vino de esta zona, tienes una curiosa historia que escuchar.
En 1929 sólo quedaba libre una parcela que se quería urbanizar. Para salvarla, un grupo de amigos diseñó un plan para convertirla en un parque. A los 5 años parecía que el terreno volvía a estar en el mercado inmobiliario, así que estos amigos decidieron replantar viñas en la colina. El plan parecía perfecto, excepto un pequeño detalle. Se les olvidó que las viñas necesitan 4 años para dar fruto y tenían programada una fiesta de la vendimia para octubre de ese mismo año. Por suerte, los productores de vino de Francia ayudaron y enviaron más de 30 toneladas de uva para celebrar la fiesta.
Ahora, aquí acontece una curiosa y folclórica fiesta de la vendimia el primer sábado de octubre. Aunque las uvas producen poco más de 700 botellas de vino al año, siempre se realiza un desfile con caballos, carrozas, música, disfrazados y, por supuesto, los vecinos y amigos de la zona salen a la calle para disfrutar de grandes banquetes. Más que una fiesta de la vendimia quizás sea una fiesta del vino.
Si tienes la oprtunidad, puede ser una buena idea comprarte una botella de este vino. No tiene fama de ser bueno, pero dicen que parte de la recaudación se destina a obras de beneficencia. Así que podrás brindar con la conciencia tranquila.
