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Panteón

Panteón (44)

Coronando majestuoso la colina de Santa Genoveva, es la joya de la corona del llamado Quartier Latin, el Barrio Latino. El Panteón es, sin duda, uno de los monumentos más singulares y emblemáticos de París.

Y ha asistido desde su posición privilegiada a los acontecimientos más importantes del París de los últimos 250 años. Aquí están enterrados los grandes de la república francesa. Políticos, escritores, científicos o personalidades eclesiásticas tienen su pedazo de eternidad.

El panteón es de estilo neoclásico. La fachada está decorada por un pórtico de 22 columnas corintias inspirado en el panteón romano. Sobre ellas se puede ver un frontón triangular, obra de David D'Angers. Y representa a la gran madre patría, Francia otorgando laureles a sus grandes hombres. Entre ellos es posible reconocer a Voltaire, Rousseau o Bonaparte. Una impresionante cúpula corona el edificio.

Su espacio interior cuenta con cuatro naves dispuestas en cruz griega, desde cuyo centro se alza la gran cúpula. 

El panteón mide 110 metros de ancho por 83 metros de alto e impresiona por su solemnidad vacía y fría. Rica en mármol, la nave está adornada de bajorrelieves y pinturas donde se mezclan elementos religiosos y republicanos. Como un gran mural cuyo tema principal es la gloria de Francia o el fresco que decora la cúpula con la Apoteosis de Santa Genoveva o en los murales del muro sur que ilustran la vida de la santa, obra de Pierre Puvis de Chavannes o el monumento al autor político Diderot de Alphonse Terroir.

Vale la pena subir a las galería de la cúpula, podrás disfrutar de una magníficas vistas de París. 

Como curiosidad desde el interior de la pimera galería el físico León Foucault realizó públicamente el experimento del famoso péndulo para demostrar con su oscilación la rotación de la Tierra. Numerosos parisinos se reunieron en 1851 para presenciarlo. Si tú también quieres presenciar la oscilación del péndulo de Foucault, deberás ir al Museo del Conservatorio Nacional de artes y oficios, pues se encuentra ahí. Así, podrás ver como la esfera de casi 50 kilos suspendida de un hilo va variando su movimiento a medida que el planeta también se mueve.

Unas escaleras llevan a la cripta, donde se reposan los restos de 73 personalidades. Entre las más destacadas podemos encontrar a Voltaire, Rousseau, Marat, Emile Zola, Pierre y Marie Curie, Louis Braille, Víctor Hugo o Alejandro Dumas, que fue el último en ser trasladado aquí, en el año 2002. De entre todas esas personalidades sólo hay dos mujeres enterradas en el Panteón. Son las científicas Marie Curie y Sophie Berthelot. Marie Curie, ganadora de 2 premios Nobel, fue trasladada aquí en 1995 para depositarla junto a su esposo.

La historia del Panteón comienza en 1764. Luis XV se fiaba más de la Iglesia que de los médicos y prometió construir una iglesia en honor a Santa Genoveva si lograba curarse de la grave enfermedad que padecía. La antigua abadía de Santa Genoveva estaba en ruinas y en el mismo lugar se colocó la primera piedra de la nueva iglesia, que llevaría cabo el arquitecto Jacques-Germain Soufflot. Las obras concluyeron en 1790 de la mano de los socios de Soufflot, que había fallecido diez años antes.

La Revolución Francesa cambió el destino del monumento. Como tantos otros edificios religiosos, su destino sería consagrarse a la patria y la república en vez de a la gloria de dios. 

Mirabeu fue el primer gran hombre que fue enterrado en el Panteón aunque más tarde se retiraron.

Pero no sólo su cometido iba a sufrir cambios. Su aspecto físico también cambió mucho entre 1791 y 1793. Se tapiaron las 42 ventanas que tenía y los bajorrelieves con motivos religiosos desaparecieron y fueron sustituidos por otros que exaltaban las virtudes patrióticas. La misma tensión que se palpaba entre los vivos de París también se vivía entre los muertos. Algunos cadáveres de revolucionarios enterrados en el Panteón fueron expulsados por considerarlos traidores.

Fue Napoleón el que en 1806 devolvió al Panteón su carácter religioso. Pero la revolución de 1830 lo despojó nuevamente de esa condición de iglesia pasando a ser  el "Templo de la Gloria", para volver en 1851 con Napoleón III a ser  nuevamente iglesia. Fue la muerte ce Víctor Hugo la que definitivamente convertiría el Panteón en un monumento republicano. Más de un millón de personas acompañaron los restos del dramaturgo hasta su última casa.

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