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Plaza de la Bastilla

Plaza de la Bastilla (71)

La prisión de la Bastilla fue uno de los escenarios más destacados de la Revolución Francesa. De hecho, se considera que la toma de la prisión por parte de los revolucionarios es el inicio de todo el proceso.

La puerta de San Antonio era uno de los accesos a la ciudad. Entre 1370 y 1383 se levantó a su alrededor una fortaleza que tenía por motivo proteger la puerta. Poco a poco el edificio fue creciendo y en su momento de mayor esplendor llegó a contar con ocho torres y un foso.

Más tarde la fortaleza acabó perdiendo su carácter militar y defensivo. Francisco I usaba el edificio como tesorería además de ofrecer allí recepciones reales. Finalmente, sería el Cardenal Richelieu el que volvió a cambiar la utilidad del edificio con fines algo más sombríos. La fortaleza se llenó de rejas para convertirse en una prisión. A ella iban los que se consideraban opositores y posibles enemigos del rey. Sólo hacía una simple orden real para encarcelar a alguien en la Bastilla.

La Bastilla representaba al rey y a su fuerza represora, lo que la convertía a ojos de los parisinos en algo odioso. Era el símbolo del poder tiránico del rey por encima de que fuera una prisión. Entre sus huéspedes más notables estuvieron Voltaire, el Marqués de Sade o el conocido como Hombre de la Máscara de Hierro, al que Dumas convirtió en personaje de novela.

Siempre se ha considerado que la toma de la Bastilla por parte del pueblo fue el inicio de la Revolución el 14 de julio de 1789. Los parisinos ya habían tomado Les Invalides y allí se habían aprovisionado de armas. Su próxima parada era la Bastilla, ya que allí se almacenaba la pólvora. Pese a lo mitificado que está el acto de la toma de la Bastilla no tuvo mucho de heroico. Aunque el asalto costó la vida de 100 personas y resultaran heridas otras 73, de la prisión sólo fueron liberados siete presos comunes. Pero sí tuvo mucho de simbólico, ya que sirvió para expresar el descontento del pueblo con la monarquía y su despotismo. Dos días después se decidió demoler la prisión.

Algunas piedras sirvieron para la construcción del Puente de la Concorde y con otras se hicieron maquetas de la Bastilla que se vendían como recuerdo. Actualmente, los únicos restos que quedan son parte de los cimientos, que se pueden ver en la estación de metro Bastille. Y una hilera de adoquines de las antiguas torres desde los números 5 al 49 del Boulevard Henri IV.

La idea de crear una plaza y erigir una columna en honor a la libertad en el lugar en el que se alzaba la prisión surgió en 1792. En un principio el proyecto quedó sólo en eso. En 1808 Napoleón propuso la construcción de una gran fuente con un elefante gigante de bronce. Para ver el efecto, se hizo construir una pieza en yeso. El elefante profusamente decorado de 24 metros de alto y 16 de largo permaneció allí hasta que fue demolido en 1847. Y si conoces la obra Los miserables de Victor Hugo, te gustará saber que el golfillo Gavroche lo usaba como su refugio.

La columna que puedes ver es en memoria de los caídos durante las Tres Jornadas Gloriosas de la Revolución de Julio de 1830, que provocaron la caída del monarca. El monumento se levantó entre 1833 y 1840 y sería conocida como Columna de Julio. 

La columna de bronce mide 52 metros de altura y está inspirada en la columna de Trajano que se encuentra en Roma, obra de Duc y está coronada por un figura dorada El Genio de la Libertad obra de Drumont y que simboliza como no, la libertad. En sus manos lleva una cadena rota y una antorcha encendida. En la base de la columna hay dos panteones donde reposan los restos de 504 víctimas de las revoluciones de julio de 1830 y febrero de1848.

Con la conmemoración del bicentenario de la Revolución en 1989 se inauguró en la plaza, la Ópera Bastilla.

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