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Saint-Sulpice

Saint-Sulpice (50)

La Iglesia de Saint-Sulpice es una de las más conocidas de París. Situada en la Place de Saint-Sulpice, es la segunda iglesia más alta de la ciudad. Fue construida en honor a San Sulpicio el Pío. Y es parada obligatoria si eres fan del Código Da Vinci.

La iglesia se levanta sobre los cimientos de un antiguo templo románico del siglo 13. Este templo fue sufriendo ampliaciones hasta el año 1631. Fue en 1646 cuando el sacerdote Jean-Jacques Olier encargó la construcción de un nuevo edificio. Las obras se alargarían durante más de un siglo. Lo que se traduce a que fueron varios los arquitectos que participaron en su construcción y cada uno con un gusto arquitectonico distinto.

Por ejemplo el interior lleva sobre todo la marca del arquitecto Gittard, la fachada, que por cierto está inacabada, estuvo a cargo del pintor y arquitecto Servandoni. La torre sur, también inacabada, fue construida por Maclaurin y la torre norte por Chalgrin, por ese motivo podrás comprobar que no son iguales. 

La iglesia es un edificio de dos plantas, en cuya fachada oeste hay dos filas de columnas de estilos dóricos y jónicos. Sus medidas són 119 metros de largo,57m de ancho y 30m de altura.

En el interior de planta gótica podrás apreciar lo amplia y luminosa que es Saint-Sulpice gracias a unas amplias ventanas que llenan de luz todo el espacio. 

Junto a su entrada verás dos grandes pilas bautismales en forma de concha que la República de Venecia regaló a Francisco I. Estas conchas descansan sobre unas bases que imitan rocas y que fueron realizadas por el escultor Jean-Baptiste Pigalle.

Destacamos su hermoso púlpito y la capilla lateral, llamada la de los Santísimos Ángeles, situada a la derecha de la puerta principal en el que se pueden admirar tres murales de Delacroix. Estas obras son “Jacob luchando con el ángel”, “Heliodoro expulsado del templo” y “San Miguel y el dragón”. 

También la capilla de la Virgen, Pigalle esculpió la Virgen con el Niño. François Leymone pintó el fresco de la cúpula y Van Loo pintó los lienzos al lado del altar.

El coro está decorado con esculturas de Bouchardon.

Una de las particularidades más curiosas de esta iglesia es su gnomon. Este elemento es una columna que marca la hora del día proyectando una sombra en el suelo. 

Languet de Gercy, sacerdote de Saint-Sulpice, que necesitaba un sistema para controlar los equinoccios y poder predecir cuándo caía la Pascua, se la encargó al astrónomo y relojero inglés Henry Sully. El relojero construyó una línea de latón en el suelo, paralela a los meridianos de la Tierra, que extendió hasta un obelisco de mármol en la pared y asciendiendo 11 metros. 

Al mismo tiempo, se instaló en la ventana sur un sistema de lentes. Gracias a este invento, al mediodía del solsticio de invierno el 21 de diciembre, la luz del sol pasa por la ventana coincidiendo con la línea de latón del suelo hasta el obelisco.  En los equinoccios del 21 de marzo y 21 de septiembre, a mediodía la luz toca un plato oval de cobre delante del altar. Esto sirvió para que Saint Sulpice no sufriera daños durante la Revolución Francesa, ya que se consideró que estos elementos servían para hacer mediciones científicas.

Ante este gnomon se puede emular a los protagonistas de “El código Da Vinci” ya que Saint Sulpice es uno de los escenarios importantes de la novela de Dan Brown y la película basada en ella. Según el libro, Saint Sulpice estaría edificada sobre un templo dedicado a Isis y el gnomon señalaría en realidad la “Línea rosa”, fundamental para la búsqueda del Santo Grial. 

Desde siempre Saint-Sulpice ha sido protagonista en muchos textos literarios: La lucha con el angel de Kauffmann, la novela Là-Bas de Huysmans o La misa del ateo de Balzac e incluso sale en la obra los Miserables.

Como curiosidad te diremos que aquí fueron bautizados el marqués de Sade y Baudelaire.

Por otro lado, en Saint Sulpice se puede disfrutar de los conciertos de órgano que se celebran habitualmente. El órgano data de 1862 y está compuesto por casi 16.000 tubos.

Sin duda, Saint-Sulpice merece tu visita. Por alguna razón ha inspirado tantas obras y planteado multitud de incognitas.

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