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Erguido en 1608 por los monjes franciscanos, el Convento y la Iglesia de San Antonio es, junto con la Iglesia de San Francisco de la Penitencia, el complejo religioso más antiguo de Río de Janeiro.
Hay que decir que la estructura actual del complejo es una ampliación que data de 1780, una variación del esqueleto arquitectónico inicial ya que, en 1615, fecha en la que el convento empezó a ser habitado, no llegaba a abarcar la demanda de fieles que el complejo recibía.
Adéntrate en la Iglesia del Convento. Su estilo barroco no hace más que enmarcar los maravillosos retablos que encuentras en ella. En los laterales, la Inmaculada Concepción y San Francisco de Asís, que respaldan el retablo central, una maravillosa imagen dedicada a San Antonio. Aunque sin duda alguna, si quieres maravillarte, no debes dejar de visitar la Sactistía. En ella puedes contemplar la representación de los Milagros de San Antonio a través de azulejos originales que datan de principios del siglo XVIII. Este elemento, junto con los diferentes tonos y colores de mármol con los que está revestido el suelo, hacen de esta estancia una de las más bonitas de todo el convento.
Anexada a un lateral de la Iglesia de San Antonio, te encuentras con una de las capillas barrocas más impresionantes de toda la ciudad, la Capilla Dorada. Y es que nada más entrar, entenderás el porqué de su nombre. Todos los detalles decorativos fueron hechos y tallados en cedro y revestidos con láminas de oro de 22 quilates. Esta espectacular capilla fue construida entre el siglo XVIII y el siglo XIX y dentro su importante cantidad de trabajadas esculturas, balaustradas y arabescos, destacan las 17 pinturas enmarcadas que representan a los santos de la Orden de San Francisco. En el convento también encontramos el Mausoleo Imperial, dónde desde 1937 descansan los restos de los frailes del convento junto con los de la Familia Imperial brasileña.
Pero para muchos lo más destacado no es la estructura, los retablos o la capilla del convento, más bien la historia que se esconde tras uno de los monjes franciscanos que residía entre estas paredes. Entre 1776 y 1820, la Sala Capitular del Convento de San Antonio funcionó como Universidad. Se dice que Fray Sampaio, mentor político de Don Pedro I fue quién redactó el famoso discurso que el hijo del Rey Juan VI pronunció el 9 de enero de 1822, marcando así el inicio de la independencia de Brasil con Portugal, al proclamar Pedro I su deseo de quedarse en el país.
Y ya que estás paseando por este complejo, visita la Iglesia de San Francisco de la Penitencia que, construida en 1657 en un terreno que los monjes franciscanos cedieron a la Orden de los Terciarios de San Francisco. Es considerada una obra de arte y cultura barroca. Adornada de tallas y ornamentos dorados, te recomendamos alzar la vista y observar las que se consideran las primeras pinturas brasileñas que simulan la perspectiva, hechas entre 1736 y 1741, representan la Glorificación de San Francisco, que junto con el Museo de Arte Sacro que encontramos en el edificio es uno de los atractivos más característicos de la Iglesia.
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