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Favelas - Historia

Favelas - Historia (37)

No todos los historiadores están de acuerdo, pero el origen de las favelas y su nombre se debe a una planta: faveila o mandioca brava (Cnidoscolus phyllacanthus), una planta leguminosa áspera, de hojas urticantes y semillas comestibles que crece en las colinas o morros. Y cuando antiguamente los cariocas subían a los morros o cerros a recolectar frutas y verduras, decían que venían de las favelas, de allí quedó el nombre de estos asentamientos de viviendas.

Aunque las primeras casas humildes ubicadas en los cerros de la ciudad datan de 1865, fue a partir de la Ley de Vientre Libre del 28 de septiembre de 1871 cuando los miles y miles de esclavos que habían sido traidos a Brasil por el imperio portugués, comenzaron a asentarse en los cerros de forma continua. Y es que esta ley, promulgada por el gabinete del Vizconde de Rio Branco, dio la libertad a los hijos de esclavos nacidos a partir de esa fecha, aunque continuaban bajo tutela de sus dueños hasta cumplir los 21 años de edad. Por fin el 13 de mayo de 1888 el Gobierno Imperial, a través de la Princesa Isabel, firmó la llamada Ley Áurea, que abolió la esclavitud en Brasil definitivamente. ¿Y a dónde iban todas estas personas por fin liberadas y sin apenas recursos? A los cerros.

Además, cuando en 1897 finalizó la Guerra de Canudos en Bahía, llegaron al puerto de Río de Janeiro más del 20.000 soldados que habían luchado en el nordeste brasileño y, aunque se les había prometido vivienda, la burocracia era interminable y pronto dejarían de cobrar sueldo. De este modo, cansados de esperar, tomaron la colina más cercana de Gamboa y comenzaron a construir sus casas de manera muy rudimentaria: tierra aplastada, trozos de madera, ladrillos y placas metálicas de desecho. Así, a finales del XIX y principios del XX nacieron los primeros asentamientos en los cerros, con una interesante mezcla de antiguos esclavos y soldados.

El nombre de favelas pronto se volvió genérico para designar los asentamientos precarios en torno a Río y, por extensión, los de otras muchas grandes ciudades brasileñas, como São Paulo.

A lo largo del siglo XX estos asentamientos fueron aumentando a causa del contraste económico y la mala distribución del espacio, la migración y la sobrepoblación. Por ejemplo, en los años 40 se produjo un incremento desmedido de la población, que nunca fue solucionada por los diferentes gobiernos de Rio. 

La gente menos favorecida económicamente, fue construyendo sus casas al margen de cualquier plan urbano y el gobierno municipal no se ocupó de suministrar servicios considerados imprescindibles, en las laderas de los morros. Mientras del otro lado, Rio se convertía en al paraíso más visitado del planeta.

Con los años, el crecimiento de las favelas creó el ambiente propicio para que la delincuencia y las organizaciones del narcotráfico encontraran en ellas las bases perfectas para su refugio.

Para que te hagas una idea, hoy día se calculan unas 968 favelas en Río, en las que viven aproximadamente 2 millones de personas. Sin duda, son el testimonio de la desigual distribución de la riqueza en el país, ya que 34% de la población de Brasil vive por debajo de la línea de pobreza. Y es que, además, estos caóticos barrios de favelas han estado fuera de todo control durante décadas: era demasiado peligroso adentrarse en ellas, incluso para los propios brasileños.

Sin embargo, gracias a un cambio positivo y gradual de actitud que empezó a mediados de los 90, los esfuerzos por reintegrar las favelas dentro de la ciudad están dando sus frutos: en los últimos años, las favelas han suavizado un poco esa mala imagen y han logrado extender su fama en un sentido positivo gracias a la pintura, la música y el deporte y hoy podemos afirmar que, a pesar de su mala fama histórica, las favelas de Río forman parte de la riqueza cultural de la ciudad, igual que el Cristo Redentor, el Maracaná o el Carnaval.

Inmersas en un proceso de cambio, sobre todo con el impuso que supuso que Brasil fuera elegida el país organizador de dos eventos internacionales importantísimos, el Mundial de Fútbol y las Olimpiadas, el gobierno ha encontrado la motivación que le faltaba para poner remedio a los problemas más urgentes de las favelas.

El mayor cambio se ha producido con la introducción de las UPP (Unidades de Pacificación de la Policía), que han controlado más zonas y han conseguido que una docena de favelas sean más seguras. Con la introducción de estos cuerpos policiales se benefician tanto los visitantes, que quieren conocer la favela, como los que viven en ellas. Todo un logro.

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