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Ilha Fiscal

Ilha Fiscal (58)

El palacio de la Isla Fiscal es como un capricho, un palacete neogótico sacado de un cuento. Puedes coger un barco y realizar una visita guiada muy agradable.

Proyectado por el ingeniero Adolfo José del Veccio. Este bonito edificio empezó su historia cuando a finales del siglo XIX el Ministro de Hacienda solicitó al Emperador Don Pedro II la construcción de un puesto aduanero que facilitara el control de los barcos que entraban y salían del puerto. Así que se escogió la conocida antiguamente como la isla de los ratones (ilha dos Ratos), más tarde Isla Fiscal por albergar la oficina de la Guardia Fiscal (aduanas), aprovechando la estratégica ubicación de la pequeña isla dentro de la bahía de Guanabara, muy cerca de los lugares de amarre de los barcos que sacaban o ingresaban mercancías por el puerto de Río de Janeiro.

La obra, que incluyó la ampliación de la isla a casi el doble de su tamaño mediante una serie tierras ganadas al mar, se inició el 16 de noviembre de 1881 y estuvo lista el 27 de abril de 1889.

Poco después de la inauguración del palacete de la Isla Fiscal se celebró en él lo que pasó a conocerse como “El último baile del Imperio”. Una grandiosa fiesta organizada por el emperador para casi 5.000 invitados en homenaje a la tripulación del acorazado chileno “Almirante Cochrane”. Se intentaba reforzar los lazos de amistad con Chile, pero también de mejorar el prestigio de la Monarquía bastante afectado por las ideas republicanas, pero no funcionó. Solo seis días después de la fiesta fue proclamada la República y don Pedro II se vio obligado a abandonar el país.

Más tarde en 1893, durante la famosa Revuelta de la Armada contra el gobierno del Mariscal Floriano, la Isla Fiscal se vio atrapada durante meses en medio del combate entre los navíos y fortalezas leales a cada bando. Y el palacete sufrió daños considerables debido a los proyectiles que alcanzaron sus paredes, tejados, vitrales, mobiliario....

En 1913 dejó de formar parte del Ministerio de Hacienda y pasó al Ministerio del Marina, albergando diferentes oficinas a lo largo de los años. El año 2001, en coordinación con el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional, se realizaron importantes trabajos de restauración y se consiguió recuperar su esplendor.

De toda su elegante belleza destaca la piedra tallada, que tiene su máxima expresión en el Escudo de Armas del Imperio situado sobre la puerta principal. 

En el torreón, decorado con almenas y agujas de hierro, hay instalado un enorme reloj de cuatro caras que hasta hoy funciona perfectamente, podía ser visto por los barcos desde cualquier punto del puerto y permitía conocer la hora con exactitud

Como puedes apreciar, predomina un color: el verde-esmeralda, el color de la Casa de Braganza.

Sin duda, una de las partes más bonitas del edificio es el torreón con su suelo en mosaico con 14 tipos de madera proveniente de diferentes sitios de Brasil; los vitrales fueron confeccionados en Inglaterra y representan al Emperador Pedro II y a la Princesa Isabel, con sus correspondientes blasones genealógicos.

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