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Aunque, en general, la historia del carnaval en las sociedades occidentales se pierde en la noche de los tiempos, los primeros testimonios que relacionan la celebración de esta festividad del exceso con Venecia se remontan a la Edad Media, concretamente al siglo XIII.
Sin embargo, pese a que el Carnaval tuvo un gran peso en la ciudad durante varios siglos, el vigor que tiene en la actualidad es de índole mucho más reciente, ya que, al desaparecer la República en 1797, la costumbre de celebrarlo fue cayendo en el olvido. El interés por la tradición renació a principios de la década 1980, cuando algunos entusiastas, empujados por la aparición de nuevos fabricantes de máscaras, decidieron darle un fuerte impulso a la fiesta.
Hoy en día, es uno de los grandes atractivos turísticos de Venecia, ya que muchos visitantes se muestran ávidos de ver los coloridos y fastuosos trajes de época y las misteriosas máscaras que cubren los rostros de los individuos disfrazados que recorren canales y callejuelas.
En otros tiempos, el Carnaval veneciano era extremadamente largo, ya que normalmente los primeros antifaces se empezaban a ver hacia el 26 de diciembre y las celebraciones acababan oficialmente el Miércoles de Ceniza. Con todo, algunos años las autoridades habían concedido permiso para que se pudiese empezar a utilizar máscaras tan pronto como el 1 de octubre. En la actualidad, la fiesta, que dura unos 10 días, tiene lugar normalmente entre finales de enero y principios de febrero.
Para las autoridades de la República, el Carnaval era un estupendo método para liberar tensiones entre las diferentes clases sociales, ya que durante un período determinado de tiempo los más desfavorecidos podían jugar, gracias a los disfraces, a un mundo al revés lleno de jolgorio y libertinaje.
De hecho, tal era la desproporción de la lujuria que hubo que promulgar leyes para controlar el comportamiento de los ciudadanos específicamente durante estas fechas. Tal vez el mayor símbolo de esta Venecia decadente y disoluta sea la figura del siglo XVIII Giacomo Casanova.
Junto con los estupendos bailes que tenían lugar en los diferentes campi y con las fiestas espontáneas que iban surgiendo, una de las principales actividades del Carnaval veneciano en los siglos XVII y XVIII fue el juego, que tenía lugar en el Ridotto, un casino público que se abría exclusivamente durante este período. Entre sus paredes, los enmascarados gastaban alegremente sus ducados, que acababan en las arcas del Estado.
En cuanto a las máscaras, fabricadas con papel maché, adquieren multitud de formas y se decoran con plumas, llamativos colores o incluso pan de oro. Algunos modelos, como por ejemplo la bauta, la larva o la moretta, han adquirido estatus de clásicos, pero se mezclan con creaciones de fantasía y con otros disfraces históricos.
De esta manera, personajes de la Commedia dell’Arte como Colombina y Arlequín se cruzan durante estos días con figuras clave del paisaje veneciano de otra época, como el médico de la peste. Su antifaz, dotado de una picuda nariz que recuerda a la de un pájaro, es uno de los elementos más distintivos del Carnaval.
Hoy en día, el programa de actividades está repleto de obras de teatro, bailes, exposiciones y conciertos, que aseguran un completo paquete de entretenimiento al viajero que tenga la suerte de visitar la ciudad por estas fechas.
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Ca’Pésaro (20)
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Palazzo Ducale (6)
Ponte dei Suspiri (10)
Santa Maria della Salute (42)
Basílica de San Marco (5)
Ca’Rezzonico (27)
Columnas de San Marco y San Teodoro (8)
Palazzo Grassi (26)
Ponte dell’Accademia (3)
Torre dell’Orologio (9)