Este inmenso edificio, cuya imponente fachada principal se encuentra de cara al Gran Canal, fue construido entre los siglos XII y XIII como almacén para los bienes traídos de Oriente en las frecuentes transacciones comerciales de la época.

De la estructura sorprenden las torres situadas a cada lado, que remiten a una función defensiva, así como el pórtico de la planta baja y las arcadas en los pisos superiores, que se inscriben en el denominado estilo véneto-bizantino. Sin embargo, el aspecto actual, con la fachada revestida de mármol, se debe a una restauración que impulsó el ayuntamiento en el siglo XIX con el objetivo de alojar aquí las colecciones del Museo Correr.

En un primer momento, el edificio perteneció a la importante familia de los Pesaro. En 1381, el Estado lo donó a los marqueses de Ferrara, que habían prestado una valiosa ayuda a Venecia durante la guerra de Chioggia. Fue en 1621 cuando empezó a utilizarse como almacén para los comerciantes turcos, de ahí su nombre. Estos mercaderes, que descargaban las mercancías en el pórtico que daba al canal, siguieron desarrollando aquí su actividad hasta 1838.

En 1922, el Comune di Venezia, que había adquirido el ruinoso fondaco en 1858 y lo había acondicionado, decidió trasladar los objetos del Museo Correr a su actual sede, en la Piazza San Marco. Sin embargo, las colecciones de etnografía e historia natural permanecieron aquí, y en 1923 se fundó lo que formalmente pasaría a ser el Museo de Historia Natural de Venecia, que abrió sus puertas al público en 1928.

El museo, que incluye los valiosos fondos del Istituto Veneto di Scienza, Lettere ed Arti, expone fósiles y animales disecados, entre los que se incluye un preciado esqueleto de Ouranosaurus nigeriensis, un reptil antecesor del cocodrilo. También podrás aprender curiosos datos sobre la flora y la fauna de la laguna.