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Ghetto

Ghetto (15)

El animado Campo di Ghetto Nuevo, en el Cannaregio, es a día de hoy el centro de lo que en otro tiempo fue el barrio judío de la ciudad. De hecho, la palabra ghetto tiene su origen en Venecia, ciudad en la que, por primera vez, la comunidad hebrea fue obligada a vivir segregada. 

Fue en 1516 cuando las autoridades de la República, alarmadas ante la ingente cantidad de miembros de esta comunidad que residían en la ciudad, decidió confinarlos en esta parte del Cannaregio antes ocupada por unas fundiciones, llamadas geti en veneciano. Del singular geto, y debido a la pronunciación gutural de los askenazíes, se pasó a decir ghetto. Ése fue el vocablo que empezó a funcionar a partir de entonces para denominar la zona aislada por dos puentes a la que los judíos debían volver por la noche, so pena de enfrentarse con los guardias cristianos que se encargaban de vigilar los accesos.

Durante el día, los judíos podían moverse por la ciudad, no sin antes identificarse con una insignia y un gorro especiales. Además, tenían prohibida la práctica de la mayoría de profesiones, con lo que se vieron obligados a dedicarse principalmente a regentar establecimientos de empeño y a ejercer de prestamistas, eso sí, con unas tasas estrictamente controladas por el Estado.

Durante los siglos XVI y XVII el barrio fue creciendo hasta ocupar las denominadas zonas del Ghetto Vecchio y del Ghetto Nuovissimo, que, debido a la densidad de población, manifiestan algunos de los edificios más altos de la época. 

También data de esta época la construcción de las grandes sinagogas, llamadas aquí schole, que en 1719 eran ya nueve. Estos centros representaban a distintos grupos étnicos que profesaban diferentes cultos del judaísmo. Por ejemplo, mientras la Schola Grande Tedesca y la Schola Canton practicaban el rito askenazí, la Schola Levantina y la Schola Spagnola seguían las costumbres sefardíes.

Pese a la persecución, cinco de estas sinagogas siguen existiendo, y son de especial valor histórico y arquitectónico la Spagnola y la Ponentina, los lugares donde se desarrolla el culto religioso en la actualidad.

Irónicamente, el final de la República en 1797, que supuso para muchos un declive cultural, fue una época especialmente beneficiosa para los judíos venecianos, ya que Napoleón decretó el final de la política de segregación, algo que se confirmó definitivamente cuando en 1866 Venecia pasó a formar parte del Reino de Italia.

No debe olvidarse, sin embargo, el ominoso trance que comenzó en 1938, cuando las autoridades fascistas del momento iniciaron una nueva política de persecución, que culminó durante la Segunda Guerra Mundial con la deportación de 200 judíos venecianos a los campos de exterminio nazis. Hoy, una placa conmemorativa del Holocausto recuerda que sólo 8 de estos ciudadanos volvieron.

En el Campo di Ghetto Nuovo se encuentra también el pequeño pero ilustrativo Museo Ebraico, que, a través de una extensa colección de objetos, se encarga de explicar a los visitantes la cultura judía. También se organizan visitas guiadas a las diferentes sinagogas, así como al bello y melancólico cementerio judío del Lido.

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