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El teatro de La Fenice, uno de los emblemas de la escena cultural veneciana, hace honor a su nombre, y cual ave fénix ha renacido en diversas ocasiones de entre sus cenizas. De hecho, el nombre hace referencia al mismo proceso de creación de este auditorio, ya que la familia Venier, que fue la que impulsó su creación, era con anterioridad propietaria del teatro de San Benedetto, que se había quemado en 1774 y fue levantado de nuevo.
Tras una agria disputa legal, los Venier resolvieron construir un nuevo coliseo operístico en Campo San Fantin. Las obras culminaron en 1792 y el teatro se bautizó oficialmente como La Fenice. El diseño corrió a cargo del arquitecto Gian Antonio Selva, y el escenario se inauguró con la representación de la ópera I Giocchi di Agrigento, de Gianni Paisiello.
Con el tiempo, La Fenice, que fue escenario de estrenos de óperas como Semiramide y Tancredi, de Gioacchino Rossini, se convirtió en uno de los grandes teatro de Europa, pero a finales de 1836 volvió a ser pasto de las llamas. El empeño de sus responsables y el buen hacer del tándem de arquitectos formado por los hermanos Giambattista y Tommaso Meduna permitió que sólo un año después volviese a abrir sus puertas con una fastuosa decoración obra de Tranquillo Orsi.
Durante esta nueva etapa, La Fenice vivió una época dorada gracias a la relación que estableció con Giuseppe Verdi a partir de la representación, en 1844, de la ópera Ernani. A partir de entonces, figuran en letras doradas en la historia del coliseo los estrenos de obras maestras como Rigoletto, La Traviata o Simon Boccanegra.
Durante el siglo XX, y pese a un paréntesis durante la Primera Guerra Mundial, el teatro continuó labrándose un aura mítica gracias a una intensa programación y a nuevos estrenos como Otra vuelta de tuerca, de Benjamin Britten, o La carrera del libertino, de Igor Stravinski.
Pese a todo, el ciclo del ave fénix llegó otra vez a su fin en 1996, cuando un nuevo incendio acabó con los sueños de los melómanos devotos de esta platea y estos palcos. Tras 5 años de parón, durante los que se sopesaron las dificultades de levantar, en medio de una ciudad como Venecia, un teatro con todas las medidas de seguridad exigibles a un espacio moderno, los huérfanos de ópera vieron la luz cuando se acometieron las obras de reconstrucción, que se prolongaron hasta 2003.
Los responsables del proyecto optaron por recrear con el máximo nivel de detalle el aspecto de la sala del siglo XIX, y, pese a que esta idea fue criticada por muchos por su falta de espíritu innovador, hoy día la sala ha recuperado su plena actividad.
Como detalle curioso, debes saber que, a parte de consultar fotografías, para la reconstrucción se revisó el metraje de la película Senso, de Lucchino Visconti, que incluye una secuencia rodada en La Fenice en la que unos patriotas lanzan rosas al escenario entonando la consigna “Viva Verdi”.
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