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El Puente de Rialto tiene el honor de ser el más antiguo que cruza el Gran Canal. De hecho, antes de 1854 era el único que permitía cruzar a pie de una orilla a otra de la vía principal de la ciudad.
En el siglo XII, este nexo lo garantizaba una estructura flotante que, juzgada inconsistente, fue sustituida durante la primera mitad del siglo XIII por una estructura de madera. Sin embargo, con el tiempo, y tras varios accidentes provocados por hundimientos de puentes de madera en diverso puntos de Venecia, se consideró que un lugar tan tan transitado merecía una estructura más sólida.
Finalmente, en 1557 la República convocó un concurso público para solucionar el problema, y algunos de los más célebres artistas de la época remitieron sus proyectos. Después de rechazar las propuestas de Palladio, de Sansovino y del mismísimo Miguel Ángel, en 1588 se optó por el diseño que podemos ver actualmente, que es obra de Antonio da Ponte.
Formado por un gran arco que parece una V invertida, el puente alcanza una altura máxima de 7’5 metros, ya que en su tiempo debía permitir el paso de los grandes navíos mercantes. La idea de Da Ponte de sustentar el puente sobre un único arco fue criticada por contemporáneos del arquitecto como Scamozzi, que opinaba que la arriesgada estructura tenía los días contados.
Pese a los diversos contratiempos que sufrió, el Puente de Rialto fue terminado en 1591. A finales del siglo XX fue objeto de una concienzuda restauración y hoy día es uno de los principales iconos de la ciudad. Centenares de turistas ponen a prueba cada día la estructura, que, gracias a un añadido, está flanqueada por dos hileras de tiendas cubiertas que se sitúan a cada lado de un pórtico central.
Aunque te será difícil encontrar algún remanso de paz entre las hordas de turistas armados con sus cámaras digitales, no pierdas la ocasión de reclamar tu porción de balaustrada para poder contemplar la bella vista que ofrece el puente. Tiene una anchura que supera los 50 metros, así que, con un poco de empeño y tal vez algún que otro leve codazo, conseguirás tu objetivo.
Si quieres comer o tomarte una birra por aquí, has de tener en cuenta que los precios de los cafés y restaurantes son los más elevados de la ciudad, sólo comparables a los de la Piazza San Marco. Aunque seguro que merece la pena, estás en Venecia... disfrútala.
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