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Santa Maria della Salute

Santa Maria della Salute (42)

Al igual que había sucedido al acabar una gran epidemia en 1576, cuando en 1630 la ciudad de Venecia se sobrepuso a una terrible peste el Senado de la República decidió construir una gran iglesia para conmemorar la efeméride.

El lugar elegido fue el extremo del Gran Canal, cerca del canal de San Marco. Dado que el templo se construía para celebrar la victoria sobre la gran enfermedad, se decidió bautizarlo con un nombre muy significativo, ya que salute, en italiano, significa “salud” o “salvación”. Tal como ocurre con la festividad del Redentor en el mes de julio, el 21 de noviembre se sigue formando un puente de barcos que cruza el Gran Canal hasta Santa Maria della Salute. En esta ocasión la fiesta se adereza con unos buenos buñuelos.

Tras considerar varios proyectos para el diseño de la iglesia, los responsables se decantaron por la revolucionaria propuesta del arquitecto Baldassare Longhena, que en aquellos momentos tenía 32 años. Cuando se colocó la primera piedra, el 1 de abril de 1631, poco podía esperar Longhena que la construcción de este santuario sería un proyecto que duraría toda su vida. De hecho, las obras las terminó Antonio Gaspari en 1697, cinco años después de fallecer Longhena.

Cambiando el esquema que habían seguido hasta el momento los arquitectos del Barroco, el arquitecto fusionó conceptos de la arquitectura bizantina con las lecciones aprendidas de los monumentales templos construidos en la ciudad por Andrea Palladio, con lo que el resultado fue espectacular.

De Santa Maria della Salute, cuyo elegante perfil, coronado por dos campanarios y dos bellas cúpulas, domina con autoridad el entorno, destaca el exquisito contraste entre el sobrio interior y el recargado exterior, recubierto de piedra de Istria,. Uno de los elementos más curiosos son las volutas llamadas orecchioni, es decir, “orejones”, que se forman en los extremos de los contrafuertes que sostienen la cúpula de mayor tamaño.

De planta octogonal, la fachada principal es, sin duda, uno de sus mayores atractivos. De líneas clásicas, que nos hablan de la admiración que su autor sentía por la maestría de Palladio, las grandes columnas y la colosal escalinata nos indican que nos encontramos delante de uno de los grandes monumentos de la ciudad. De la ornamentación de las distintas fachadas sobresale la profusión de estatuas, que superan el centenar.

Del interior, formado por el espacio octogonal que hay debajo de la cúpula y por seis capillas que salen del deambulatorio, te llamará la atención, sin duda, el espléndido altar mayor, decorado con piezas escultóricas de Josse Le Court. Estas figuras, en consonancia con el motivo de la construcción de Santa Maria della Salute, representan a la Virgen y al Niño protegiendo a Venecia de la peste. 

Debes saber que, a parte de poder ver esculturas de autores como Bartolomeo Bon, Tullio Lombardo y Gianmaria Morlaiter, algunos de los autores de la abundante obra pictórica que decora la iglesia son Palma el Joven, Luca Giordano y Tintoretto. Lo que constituye una auténtica lástima para el visitante es que algunas de las más sublimes muestras decorativas, como la serie de frescos pintados por Tiziano que representan los temas bíblicos de Caín y Abel, El sacrificio de Abraham e Isaac y David y Goliat se encuentran en zonas restringidas al público.

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