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Scuola di San Giorgio degli Schiavoni

Scuola di San Giorgio degli Schiavoni (39)

Situado en el sestiere de Castello, este edificio de apariencia sencilla podría incluso pasar desapercibido en una ciudad repleta de monumentos y exquisita arquitectura como es Venecia. Sin embargo, el secreto de esta scuola se encuentra en el interior, ya que esconde un pletórico conjunto de obras del pintor Vittore Carpaccio.

Te sorprenderá saber también que fue construido a instancias de la comunidad dálmata de la ciudad, que había ido creciendo exponencialmente desde que la región de la que procedían, Dalmacia, que pertenece hoy en su mayor parte a Croacia, se había convertido en 1420 en colonia de Venecia. Los venecianos llamaban a esta colonia Schiavonia, de ahí que sus habitantes fuesen los schiavoni.

Estos ciudadanos de origen eslavo finalmente obtuvieron del Estado el permiso necesario para establecer su propia hermandad, y de esta manera se creó esta scuola en 1451. Al principio, en ausencia de una sede propia, se reunieron en distintos lugares, como el hospicio de los Caballeros de Malta, pero finalmente reunieron los fondos para construir su propio edificio.

La primera Scuola di San Giorgio degli Schiavoni fue construida entre 1480 y 1501, pero a mediados del siglo XVI fue reconstruida según un proyecto de Giovanni de Zan. La decoración se le encargó a Carpaccio, que pintó entre 1502 y 1508 nueve lienzos que narran, a través de episodios escogidos, las vidas de los tres santos protectores de la cofradía: san Jorge, san Trifón y San Jerónimo. Los expertos destacan de estos cuadros el uso del color y el nivel de detalle logrados por su autor. 

Este edificio tiene otra peculiaridad que podría parecer de escasa importancia, pero que en realidad es uno de sus grandes fuertes, y es que se ha conservado en un estado muy similar al de la época en que fue construido. Sumando a esta circunstancia el hecho de que sus tesoros artísticos hayan permanecido intactos, debes saber que la Scuola di San Giorgio degli Schiavoni es uno de esos lugares que no te maravillará por su esplendor, pero sí por esa intimidad que está empapada de historia, y que es, por tanto, el mejor marco posible para las obras de Carpaccio que alberga.

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