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Torre dell’Orologio

Torre dell’Orologio (9)

Cuando te encuentres en la Plaza de San Marco, que tantas veces habrás visto en postales y fotografías, entre la ajetreada vida que aquí se respira y los edificios históricos más famosos de la ciudad, reconocerás, al momento, el que es uno de los símbolos de Venecia: la Torre dell’Orologio o, lo que es lo mismo, la Torre del Reloj. 

Los cinco pisos de esta torre, con su gran reloj astronómico al frente, son una de las más famosas marcas arquitectónicas de la ciudad, y se alzan sobre un arco que es la puerta de entrada a la calle de la vieja Mercería, la principal calle comercial y auténtico corazón de Venecia. 

El reloj, una auténtica obra maestra de la ingeniería y la tecnología, marca el ritmo de vida de los venecianos, que se abren paso entre los cientos, casi miles, de turistas que se paran para fotografiar las glorias arquitectónicas que aquí se encuentran. 

El edificio se enmarca dentro del Renacimiento, y consta de una torre central, construida entre 1496 y 1499 según el proyecto de Mauro Codussi, y dos alas laterales. Pese a la belleza y la armonía de estas alas del edificio, lo que más llama la atención es, sin duda, la torre. 

Cuenta con un reloj en esmalte azul y oro, del siglo XV, y con sus famosas terrazas, en la más alta de las cuales una campana es sostenida por dos colosales estatuas. La Torre dell’Orologio constituye, a la vez, un nexo de unión y un elemento arquitectónico de separación. 

Aunque te resulte difícil de comprender, el reloj aúna, de una forma tan sublime que parece simbólica, las considerables diferencias estilísticas de los edificios de la Plaza de San Marco. Sin embargo, sus 5 pisos, por encima de los edificios que la flanquean, marcan también un punto y aparte en el paisaje veneciano. O, como mínimo, un punto y seguido. 

Merece la pena fijar la atención sobre el reloj astronómico. Su círculo de mármol tiene inscritas las horas en números romanos. En el interior, un anillo concéntrico comprende los signos del zodiaco y las constelaciones, los nombres de los meses y los números de los días. Además, un disco más pequeño que la esfera principal es el encargado de marcar las diferentes fases lunares. 

Su complejo mecanismo ha sido objeto de varios procesos de restauración y, en la actualidad, el reloj no es exactamente tal como se concibió en sus orígenes. La torre y su reloj acusaron problemas como el deterioro estético, pero también sufrieron averías técnicas. El gobierno de la ciudad elaboró un concienzudo proyecto de restauración coincidiendo con el 500 aniversario del edificio. 

Puede que estés de suerte y coincidas en Venecia con la fiesta de la Epifanía o el Día de la Ascensión. Si es así, tendrás la oportunidad de presenciar un magnífico alarde tecnológico. Si te fijas bien, verás que en uno de los pisos se encuentra una estatua de la Virgen y el niño Jesús, enmarcados en motivos geométricos y flanqueados por dos puertas. Pues bien, por estas puertas, la exquisitez tecnológica del siglo XV hacía aparecer cada hora una procesión de los tres Reyes Magos encabezados por un ángel, que rodeaban a la Madonna y volvían a entrar en el edificio. Este mecanismo, como un prodigioso cuco, por su delicadeza y complejidad, se vio deteriorado de modo que, en la actualidad, solamente se ejecuta el mecanismo estas dos veces al año. 

Como colofón, queda destacar la cumbre de la torre, a la que se puede acceder y disfrutar de una magnífica vista de Venecia y la laguna. Sus dos colosales estatuas de bronce datan de 1497 y fueron obra de Ambrogio della Ancore. Las dimensiones descomunales están pensadas para ser admiradas desde el suelo, desde donde sus proporciones rozan la percepción clásica. Te hará gracia saber que las dos figuras son conocidas en Venecia como “Los moros”, por la pátina oscura del bronce. 

El curso de la vida y la historia en la Plaza San Marco ha sido marcada, durante más de 500 años, por esta torre y su reloj. Detrás de una bellísima fachada, los mecanismos llenos de ruedas, motores, agujas y pesos siguen funcionando para que el reloj siga marcando las horas y los días. Tu única labor aquí es admirar la belleza del entorno y dejarte llevar. Olvídate del tiempo, que la Torre dell’Orologio ya se encarga de ello.

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